15/05/2018
 Actualizado a 11/09/2019
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Hemos oído tantas veces últimamente la palabra «manada» que necesitamos acudir al diccionario para ver exactamente de qué se trata: «Una manada:grupo de animales de ganado doméstico, especialmente cuadrúpedos, que andan juntos, como por ejemplo, una manada de borregos; o el pastor que sigue con sus inútiles esfuerzos para conseguir volver los cerdos desbandados a la manada». Sustituyendo la palabra cuadrúpedos por bípedos, podemos comprobar que es perfectamente aplicable al ser humano.

Independientemente de la calificación jurídica o las consecuencias penales que puedan corresponder a la tristemente famosa Manada, y no nos referimos a los toros, de los sanfermines, es preciso decir que todos los adjetivos que le podamos poner se quedan cortos: asquerosa, indecente, repugnante, vomitiva… Ni con consentimiento ni sin consentimiento de ninguna víctima se puede justificar semejante conducta, propia de depravados y degenerados.

Dicho lo cual, aunque por una parte queramos entender las protestas callejeras que se han producido tras conocer la sentencia, permítasenos contemplar con preocupación estas reacciones sociales de cuya buena voluntad no dudamos.

Tengo que reconocer que ni he leído la sentencia, ni la pienso leer, ni creo que sería capaz de entenderla adecuadamente. Creo así mismo que la mayoría de los que se han manifestado contrarios a ella no están en mejores condiciones. Tampoco podemos poner en duda la competencia y la honestidad de los jueces, tanto por su preparación como por el conocimiento preciso de las leyes y de las circunstancias concretas del caso que nos ocupa. Pienso, además, que si la justicia ha de ser independiente, esta independencia deberá ser tanto de la presión del poder político como de la presión de la calle.

Supongamos que realmente la calle tiene razón. Aun así, dado que la sentencia es recurrible, lo lógico es esperar a lo que decidan instancias superiores de la justicia. Si tenemos razón, lo normal es que nos la den. Y si no nos la dan, será por algo. Lo que no parece deseable es que también nosotros nos convirtamos en manada que se deja arrastrar sin más por las redes sociales u otros medios de presión. Por ejemplo, el pasado jueves los alumnos no fueron a clase en todo el día por el tema de ‘la Manada’. Respetamos su libertad, pero mucho nostememos que su ausencia en las aulas no es el mejor camino para solucionar los problemas de la sociedad. En todo casolo será el tomar más en serio los estudios y la formación.
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