Las horas extra. Sin tabaco

José Ángel Hermida
31/05/2022
 Actualizado a 31/05/2022
El 18 de diciembre de 2019 fue mi primer Día sin Tabaco. Después de una disección cervical del cuello, para extirpar los ganglios afectados por el cáncer, cuando desperté en la unidad de cuidados intensivos del Centro Asistencial Universitario de León no tuve ni un mínimo recuerdo para quien había sido mi compañero durante tantos años: el tabaco.

Hoy, como cada 31 de mayo, es el Día Mundial sin Tabaco. Este año la Organización Mundial de la Salud, bajo el lema ‘el tabaco envenena al planeta’, ha querido dedicarlo a concienciar a la humanidad sobre el daño que su producción y consumo causan a la Naturaleza. En los medios de comunicación social se pueden encontrar voces autorizadas, con datos reales y actuales, que explican la situación actual y los riesgos que se plantean para el futuro. Aunque el objetivo común, la salud del planeta, es esencial, he preferido escribir esta colaboración sobre mi experiencia personal con la esperanza de que pueda ser útil para alguien.

Sin ninguna razón aparente comencé, como tantos otros, a fumar muy joven. La interacción entre los amigos, el intento de aparentar tener más edad de la real o imitar a los actores de las películas clásicas, en las que el tabaco jugaba un papel fundamental, ayudaba a mantener el rito de encender y consumir un cigarrillo que, muchas veces era profundamente desagradable. Lo cierto es que con 17 años ya fumaba de forma sistemática y, según los continuos mensajes publicitarios, ya estaba disfrutando de un placer único ¿?

En los años 70 y 80 vivíamos en una sociedad en la que fumar formaba parte de la vida cotidiana. Se fumaba en bares y discotecas, en casi todos los lugares de trabajo e incluso, por increíble que hoy parezca, en colegios y hospitales. En mi mente perdura la imagen de un aula, con capacidad para más de doscientas personas, con una neblina generada por el humo del tabaco que hacía un ambiente irrespirable. Vivir en aquella sociedad tan permisiva con el tabaco incitaba a que nuevos individuos adquirieran el hábito de fumar y dificultaba enormemente el abandono del vicio a quienes querían hacerlo.

Una vez que el vicio de fumar comienza, al menos en mi caso, surge un camino de contradicciones a partir de una simple pregunta: ¿por qué fumas? Porque me gusta. Sin embargo, son muy pocos los cigarrillos con los que realmente se disfruta cada día (muchos fumadores se plantean fumar únicamente esos cigarrillos, pero no pueden hacerlo). Porque ayuda a concentrarme, pero la realidad es que estar pendiente de saber si tienes suficiente tabaco, de apagar el cigarrillo, de tirar la ceniza… Son gestos y acciones que no contribuyen a tener el sosiego necesario para pensar y trabajar. Porque soy un fumador social pudiera ser, como hemos dicho, una respuesta válida en las décadas de los 70 y 80, pero en la actualidad, a partir de las normativas antitabaco de 1988, 2006 o 2011, el humo ha sido excluido de nuestra sociedad. Podría seguir dando mil respuestas a la pregunta anterior, pero en cada una de ellas encontraría una contradicción con la realidad.

Sistemáticamente encontramos estadísticas sobre el coste económico y social de la epidemia que es el tabaquismo. Médicos e investigadores llaman nuestra atención sobre las enfermedades que tienen su origen en el consumo de tabaco. A pesar de toda esta información altamente contrastada, el fumador piensa que a él no le pasará nada y que si algo le sucede será dentro de mucho tiempo. Con el paso del tiempo aumentan en frecuencia e intensidad lo que, en su inicio, eran aislados y pequeños achaques relacionados con el tabaco (por ejemplo, dolor de cabeza, problemas de garganta, esófago o pulmones, etc.). En el mejor de los casos, ello puede provocar una reducción significativa de la calidad de vida y en otros, tener que enfrentarse a una grave enfermedad o al deceso.

He tenido suerte, mucha suerte. La vida me está dando una segunda oportunidad y estas horas extra las vivo y viviré SIN TABACO.

José Ángel Hermida es miembro del Consejo Provincial de la Asociación Contra el Cáncer en León
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