Las hermanas maragatas y otras sombras

Recuerdo de las mujeres de esta provincia en las imágenes de los 70 de Fernando Rubio

Fulgencio Fernández
07/03/2022
 Actualizado a 07/03/2022
Una vendedora en León y 'las maragatas'. | FERNANDO RUBIO
Una vendedora en León y 'las maragatas'. | FERNANDO RUBIO
Se dice muchas veces de las fotografías que son «testigos insobornables de un tiempo»; sin trampa ni cartón, lo que hay se ve y lo que está no se borra, al menos en aquellas viejas fotografías previas a la imagen digital, el 'photosop' y todas esas herramientas que ponen en duda la verdad de que lo que hay está y se ve.

Pero las fotos del archivo de Fernando Rubio, de los años 70 cuando fue redactor gráfico de prensa, son de la época de cuando lo que hay se ve, de cuando eran testigos insobornables.

Por eso, en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer que nosotros leeremos comoDía de las Mujeres Leonesas al bucear en esa realidad que cada día buceaba Fernando Rubio como testigo de la actualidad que acababa viviendo en las páginas de los periódicos lo primero que podemos constatar la quimera de la igualdad hace 50 años, la abrumadora mayoría de los protagonistas de las imágenes diarias eran hombres, políticos, empresarios, profesionales cualificados... viviendo las mujeres en las sombras de estas fotografías. Y cuando son protagonistas lo son de trabajos como lavar en las frías aguas del río o, por ejemplo, en unas oposiciones para secretarias; con el añadido de las reinas de las fiestas o madrinas de las tunas, entonces exclusivamente de universitarios hombres. En la actualidad ya hay una tuna femenina.

Pero entre tantas imágenes hay una que es una verdadera joya, una de las pocas estampas en las que Rubio no reúne varias fotos de un tema; ellas solas, dos mujeres, son las protagonistas. Y bien lo merecen. Por la fuerza de la fotografía, por el valor de la imagen y por lo representativas que son ellas de tantas mujeres rurales que tienen mucho que ver, muchísimo, en el gran cambio, para bien, que en pocas décadas vivió esta provincia, aunque ellas casi nunca aparecieran en los papeles.

Es la fotografía que Fernando llama con los nombres de las dos mujeres: Carolina y Antonia. Las hermanas maragatas del Val de San Lorenzo. Nos recuerda Rubio cómo y cuándo hizo la entrañable fotografía: «La fotografía de estas dos recias mujeres, la tomé en julio de 1973. Formaba parte de unos reportajes sobre la Maragatería que hacíamos, Manuel Antonio Nicolás y yo». Desvela que se le pasó por la cabeza no añadir ningún comentario pues la imagen hablaba por sí sola, pero tampoco se resistió a regalarnos algunos datos: "Por aquel entonces, las hermanas realizaban todo el proceso de cardado, hilado en la rueca, tejido en el telar y acabado de las famosas mantas del Val, cuyas imágenes conservo y algún día os enseñaré".

"Pero, mi curiosidad me mata e hice una búsqueda en la Red de ‘Mujeres Maragatas’ y me topé con un vídeo, del año 1978, en el que dos mujeres maragatas eran entrevistadas para TVE. Eran las mismas personas de mi fotografía de 1973 y así pude conocer su nombre, apellido y que habían nacido a finales del siglo XIX".

Ellas eran Carolina Geijo (nacida en 1892) y Antonia Geijo (en 1897) y nos regala Rubio el enlace para que podamos disfrutar de aquella entrevista en TVE.

Comíamos por la mañana pan y puerro y a la noche puerro y pan, malhaya de la ribera que tanto puerro da Vídeo en el que se puede conocer y disfrutar de algunos recuerdos sobre cómo era la vida que les había tocado y de su excelente sentido del humor cuando, por ejemplo, Antonia dice: «Comíamos por la mañana pan y puerro y a la noche puerro y pan, malhaya de la ribera que tanto puerro da». Y una ‘sentencia’ de Carolina es:««¡Sé cantar y se bailar y tocar la pandereta, el que se case conmigo lleva música completa!».

¡Menudas eran las hermanas maragatas!, a las que Fernando Rubio realiza un emotivo homenaje con su foto.

Como de las hermanas maragatas solo hay una fotografía completamos este recorrido semanal con otra serie que ejemplifica bien lo apuntado de las leonesas trabajadoras que tantas veces aparecían en las sombras de las fotografías. Habría muchas donde elegir pero una bien podía ser la de un día de mercado en la Plaza Mayor, y ésa es la elegida.
Allí, entre las imágenes de cajas de frutas y hortalizas ya vendidas y vacías, entre las gentes que van y vienen, aparecen casi anónimas, atentas a lo suyo, las vendedoras, a la espera de los clientes, cuidando sus productos, soportando las heladas de los amaneceres o los calores de media mañana. Imágenes que recuerdan a otras fotos, en el mismo lugar, de mujeres vestidas de negro echando un trago de orujo al amanecer para combatir el frío y las vidas destempladas.
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