16/11/2021
 Actualizado a 16/11/2021
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Uno de los graves problemas de nuestra sociedad es el problema del paro. No es de extrañar que haya muchos jóvenes desanimados y desmotivados, teniendo en cuenta el elevado índice de paro juvenil y las pocas expectativas que tienen de encontrar empleo. Particularmente dramática es la situación de aquellas personas adultas que han quedado sin trabajo o las que nunca lo han encontrado y que ven cerradas todas las puertas. El desempleo no solamente tiene consecuencias negativas para el presente, sino también de cara al futuro, poniendo en peligro las pensiones.

Dicho esto sorprende enormemente que haya empresas que se quejan de que no encuentran obreros, ni siquiera haciendo publicidad en los medios de comunicación. Parece mentira, pero hay gente que no quiere trabajar. Por poner algún ejemplo que está en la mente de todos: hacen falta más camioneros, resulta difícil encontrar trabajadores en la agricultura, en la construcción… Hay trabajos que nadie quiere realizar y que son imprescindibles para nuestra sociedad. ¡Qué sería de nosotros sin los agricultores, ganaderos, hosteleros, camareros, carpinteros, camioneros, conductores, mecánicos, pescadores, personal de limpieza…!Pero si hasta el mismísimo Hijo de Dios fue carpintero la mayor parte de su vida.

Entiendo que los padres quieran que sus hijos hagan una carrera universitaria, pero no es ninguna deshonra optar por la formación profesional en sus múltiples campos y facetas. Ello no debería ser obstáculo para tener a su vez una buena formación humanística y cultural. Me vienen a la memoria los trece años que impartí clase en un Instituto de la antigua Formación Profesional. Los alumnos, además de las enseñanzas teóricas o prácticas de las respectivas especialidades, tenían una serie asignaturas que en nada desmerecían con las que se estudiaban en el Bachillerato (Lengua Española, Historia, Física y Química, Matemáticas, Idioma moderno, Ciencias Naturales, Religión, Ética…)

Créanme que hay gente que no quiere trabajar porque no les vale cualquier trabajo. Están obsesionados por los títulos universitarios, por ser funcionarios o políticos. Y no hablemos de los que se las arreglan para vivir sin dar golpe apurando todo tipo de prestaciones sociales… Todo esto viene a cuento de que últimamente me he encontrado con determinadas empresas que no dan abasto a realizar sus trabajos por falta de personal.Reconozcamos que aquellos que piensan que hacer algunos trabajos es rebajarse llevan la penitencia con el pecado.
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