Las dos orillas del puente entre Serrilla y Villalfeide

Un rincón para pescar o cazar era la duda del legendario exjugador del Ademar pues son sus dos pasiones al margen de su deporte. Se decidió por la pesca, en el Torío, bajo el puente entre Serrilla y Villalfeide

Fulgencio Fernández
26/04/2021
 Actualizado a 26/04/2021
El balonmanista Juanín García Lorenzana practicando su otra pasión, la pesca, en uno de sus rincones favoritos, al lado del puente de Serrilla. | L. PASTORIZA
El balonmanista Juanín García Lorenzana practicando su otra pasión, la pesca, en uno de sus rincones favoritos, al lado del puente de Serrilla. | L. PASTORIZA
Hace unos cuantos meses el director de La Nueva Crónica, David Rubio, escribía una recordada columna de opinión en la que enfrentaba a tanto fantasma como anda suelto por el mundo con gente que merece mucho la pena. Y uno de los que merecía la pena es Juanín García, entonces jugador en activo del Ademar. De Juanín decía algo parecido a lo que escribe como parte de una biografía sobre su trayectoria deportiva que verá la luz en unas semanas: «Si un día hablas con él, seas quien seas, te parecerá que el importante eres tú. Siempre intenta disimular que es uno de los deportistas españoles más importantes de todos los tiempos, una leyenda del balonmano internacional. No le verás presumir de que nadie ha marcado más goles que él en la Liga Asobal, ni de que sigue siendo el mayor goleador de la historia de la selección española, ni de ser campeón del mundo, ni de haberse colgado una medalla olímpica... A pesar de lo que evidencia su palmarés, prefiere pasar inadvertido siempre que puede».

Además de explicarnos la característica humana más visible de quien hoy nos descubre un rincón de la provincia nos evita tener que enumerar los títulos y galardones que ha logrado en su carrera deportiva, tal vez contra todo pronóstico, pues ocuparíamos todo el espacio del que disponemos y no haríamos la visita al rincón que el deportista leonés ha elegido para visitar. Además, para los leoneses debería ser asignatura obligatoria conocer su brillante trayectoria deportiva.

Lo que muchos leoneses no conocerán en su afición a la pesca y caza, más bien su pasión desde niño, que también le permite pasar inadvertido debajo del traje de pescador.

- ¿No nos llevarás a un pabellón de Deportes, una cancha de balonmano o algo parecido?
- No, hombre. Pero sí voy a elegir un rincón en un río, en un lugar donde haya ido a pescar y que sea bello, con historia... y truchas.

Para conocer la dimensión de la pasión por la pesca y la caza de Juanín es muy esclarecedora una anécdota que se recoge en la ya citada biografía. Se había proclamado Campeón del Mundo con la selección española y fueron recibidos en la capital de España por  el entonces Rey, Juan Carlos I. Relata algunas anécdotas, como la presencia del cubano Uríos que extrañó al monarca —estaba nacionalizado— y tuvo una curiosa ocurrencia de Barrufet: «Pues claro, es cubano, es el que le consiguió a Iñaki (Urdangarín) los puros para la boda». Sin embargo, a Juanín le hizo mucha ilusión otro hecho: «Recuerdo con especial cariño que aproveché aquel viaje para hacer una entrevista que tenía pendiente con el canal Caza y Pesca. Cada uno lo suyo… El programa se llamaba Veda abierta y se grababa en Tres Cantos. Me entrevistó Juan Delibes, uno de los hijos del escritor, y estuvimos un rato largo hablando de la caza en León, de cómo me había aficionado yo… Luego vinieron a hacerme un reportaje a León y estuvimos por el monte. Lo pasé muy bien».

- ¿Dónde vamos?
- Al Torío, al lado del puente de Serrilla, que siempre me dicen allí que es romano aunque me han contado que realmente romanos no quedan, que son medievales... Igual que unas veces me dicen que es de Serrilla y otras de Villalfeide, depende de quien te lo cuente. Aunque los menos enemigos de levantar polvoredas me  explican que las dos orillas del río permiten que una sea de Serrilla y de Villalfeide. La verdad es que es una gozada pescar allí».

Reconoce Juan que dudó y pensó elegir el Curueño, para poder hablar de los gallos de pluma, que es otro tema que le apasiona u otros tramos de ríos leoneses. «Es difícil elegir, los rincones ‘mágicos’ de nuestros ríos son innumerables, pero me decidí por el Torío por muchas razones, me gusta la Poza de Canseco, también el pueblo de Vegacervera o este espacio en Serrilla, donde a la historia del puente hay que sumar muy cerca lo que fue una ropería y molino, hoy restaurante; la iglesia de Villalfeide, la carretera hacia Correcillas... Y un río en el que se están recuperando las truchas».

Una visita además muy fácil, allí al lado de la carretera y en medio de las pintadas que hablan de otra polémica, «Serrilla existe», dice la pintada. Pero ésa es otra historia.
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