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Las Cortes y la visibilidad

07/11/2019
 Actualizado a 07/11/2019
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Cuando examinamos la visibilidad de los distintos territorios de España en las instituciones del Estado se perciben diferencias agudas. Cantabria, por ejemplo, existe gracias a Revilla y a su diputado en el Parlamento Nacional. ¿Cuántas personas podrían recordar el nombre de uno solo de los presidentes de Cantabria que no sea Revilla?

Más allá de las pulsiones nacionalistas, todos oímos hablar del País Vasco ¿Terminó el periodo odioso de ETA? Sí, pero los vascos siguen presentes en la política nacional. ¿Por qué? Porque una fuerza política de la tierra reclama en su nombre y pone a Euskadi en el mapa político de España. ¿Qué decir de Cataluña? No hacía falta la actual deriva del independentismo totalitario para que esa autonomía estuviese presente en Madrid. ¿Y hay aficionados a la política que no sepan de Ana Oramas? ¿Alguno desconoce que es canaria?

Por el contrario, ¿qué presencia tiene Extremadura o Aragón en la política nacional? ¿Qué me dicen de Murcia o de Asturias? En todos los territorios donde no hay representación de un partido del terruño la invisibilidad política es lo normal. Los diputados de los partidos nacionales sacrifican la visibilidad de su circunscripción electoral, de su tierra de origen, por quedar bien con el partido. Eso es lo que demuestran cuatro decenios de España democrática.

¿Y para qué sirve la visibilidad de un territorio? Para que le tengan en cuenta en el parlamento nacional, para que hablen de él los medios de comunicación, para que sus problemas sean percibidos como necesidades de todos españoles. La visibilidad de un territorio permite que en lugares remotos se involucren en la solución de sus cuitas. Ser visibles significa estar presentes en la agenda de las principales instituciones del Estado, supone no ser menos que ningún territorio.

León ha sido invisible en Madrid durante los últimos 40 años. Los electos para el Congreso de los Diputados y el Senado no han sabido o no han querido representar a los leoneses, a sus intereses e inquietudes, a sus anhelos y aspiraciones. Y fue así porque en la agenda de sus partidos no existe León y ellos tampoco han conseguido que exista. Tambien porque sus propios intereses han estado por delante de los del pueblo leonés o incluso porque piensan que los de León son sacrificables en aras de otros. 40 años de excusas nos contemplan; León sigue sin visibilidad en Madrid.

Esta semana tenemos una oportunidad de cambiar eso o, al menos, de intentarlo. Podemos acertar o no con nuestro voto, pero lo que está claro es que si hacemos lo mismo de siempre obtendremos los mismos resultados. ¿Por qué no intentamos mejorar?
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