Las cortes, los rebaños

09/12/2020
 Actualizado a 09/12/2020
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Todo son barreras para las ovejas. Si saltan la primera les queda otra. Si saltan la segunda las espera el perro. Si el carea no las detiene tal vez sea porque las espera el camión que las conduce al matadero, que ya se acerca la Navidad y no hay familia que cene en la que falte el cordero o, lo que tiene que ser terrible para una madre, el lechazo.

No lo pienses, te haces vegetariano.

Esperan en ‘la corte’ (curioso nombre, no es solo el suyo también el de los parlamentos) a las luces de la mañana que ya se cuelan por las rendijas cuando les abren con mucho ruido un trozo de las enormes puertas que las separan de los campos abiertos, de los pastos y los espinos que aprovechan como nadie... pero hay otro cercado en su corral. Y se quedan mirando a la luz, sin una protesta, quietas, esperando que el pastor abra.

Son así. En la Rebelión en la granja ya les asignan este papel, son las que admiten sin torcer el hocico una consigna y la contraria, aunque vengan de un tipo tan poco de fiar como el cerdo.

Por hacer esto las insultan. Les llaman rebaño.

En las Cortes, las otras, un señor (a veces señora) levanta una mano y todos saben qué hay que hacer, qué botón apretar, que argumento repetir... Por hacer esto no les insultan. No oses decir rebaño.
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