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Las cenizas de Ángela

23/10/2021
 Actualizado a 23/10/2021
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Lo de esta niña les pareció en casa un regalo por partida doble. Tocada dos veces por el cielo como ya reza su doble nombre: por Ángela y por Dorotea, literalmente «regalo de los dioses», que es su segundo nombre. Un tanto sosina y anodina, engaña a priori, ya que esta gran tímida de glaciales ojos celestes se viene paseando firme entre los varones políticos europeos por su cumbre ya número ciento siete.

En su atuendo guarda compostura luterana, herencia de su reverendo padre, pastor luterano y la autosuficiencia segura de la maestra de escuela y experta en idiomas que fue su madre.

Es la científica física y química apodada la ‘Muchacha’ por su mentor, Helmunt Kohl, que viendo su carisma político, le confió la cartera ministerial de la Mujer y Juventud y luego de Medio Ambiente en el partido de la Unión Demócrata Cristiana donde se especializó en cuestiones de ecología.

Y ahora al final van a echarla de menos tras cuatro legislaturas nacionales y dos presidencias de la UE: «los encuentros de los veintisiete sin ella serán como París sin la torre Eiffel», se escucha decir a una voz por los pasillos. Habla con el ministro de Luxemburgo, que le contesta: «cuando las cosas no marchaban, todavía teníamos a Angela, siempre encontraba algo que nos uniera para permitirnos ir más allá».

Ahí quedan los germanos huérfanos de su hierática prócer materna, doctora en Química cuántica. La gobernante que conoció cuánto hubo de sacrificio para acometer las restrictivas medidas económicas necesarias en el 2008 ante el colapso del sistema financiero o frenar los constantes comienzos de la disolución de la UE propulsados por esa cansina manía British por afanarse a lo singular.

Ángela, grávida de aplomo y hielo, esquiva, constante y solemne. Impertérrita a la hora de recortar dispendios innecesarios. Resolutiva e implacable.

Solo una vez nos descolocó, cuando vimos el azul de sus ojos, cobrar color de mar náufrago al recordar las Escrituras que el viejo predicador le enseñara en su niñez, «fui extranjero y me acogisteis», ante aquella crisis migratoria considerada la más grave desde la II Guerra Mundial y motivada por la guerra de Siria y los conflictos de Afganistán e Irán. Alemania abrió las puertas a los desheredados en busca de la tierra arrancada.

Y ahora la perdimos, regresará a su casa, se dice que con lo puesto, que no se nutrió de lo ajeno durante sus mandatos.

Su legado político nos obliga a extender sus cenizas políticas sobre un duelo huérfano en la esperanza de avanzar hacia una Europa fuerte y unida. Como ella quiere.

Auf Wiedersehen, Freundin Ángela Merkel.
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