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Las catedrales del campo

11/04/2022
 Actualizado a 11/04/2022
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Al hilo de lo que le contaba la semana pasada bajo el título ‘Ni un español sin pan’ que a más de uno le provocó agitación al leer que tal vez ahora nos demos cuenta de que las pretensiones del gallego hace ochenta años sobre la erradicación de la pobreza energética y el hambre no iban tan desencaminadas, y por desgracia están de plena actualidad, entre otras muchas cosas que tenemos que «agradecerle» a la política comunitaria es la caída del la Red Nacional de Silos y Graneros y el minucioso sistema de almacenamiento que imposibilitaba la falta de cereal en cualquier rincón de España.

Entre los años cuarenta y los ochenta del siglo pasado se construyeron más de 600 silos y casi 300 graneros con una capacidad total de más de dos millones de toneladas repartidos por toda la geografía nacional aunque de mayor tamaño en las zonas de mayor producción. Lógicamente. España estaba llena de silos y graneros de propiedad estatal donde se almacenaba el excedente de trigo y otros cereales para tener una reserva suficiente capaz de regular los precios y evitar su escasez por una guerra, por una mala cosecha o por lo que fuera.

Pero resulta que como era un invento franquista no solo no servía sino que había que extirparlo a toda costa. Y ahí, con los socialistas de Felipe en el gobierno, dicho sea de paso y por situar cronológicamente los hechos, se comenzaron a desmantelar y a dejar en desuso muchos de estos inmuebles que se llegaron a bautizar como ‘Catedrales del campo’ porque en muchos pueblos estos almacenes de grandes dimensiones competían en altura con los templos.

Ahora, como resulta que todo viene de Europa del Este y por aquello de seguir las directrices europeas no hay reservas ni tampoco un plan B para nada, preferimos importar a producir y las subvenciones frente al generar riqueza. Por eso, a los que han dedicado toda la vida a desmantelar el sector primario –y a los que apoyan sus políticas– se les debería caer la cara de vergüenza al ver cientos de silos por toda España vacíos, criando ratas o convirtiéndose en escombros, y a miles de españoles sin pan. Y sin trigo para hacer harina, porque tampoco dejan al agricultor sembrar lo que quiera.
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