Eso dijo alguien, o lo he leído en algún sitio; pero no para mí: me han reducido a un simple peatón. Me explico. Hace un mes vendí el coche, porquea mis 79 años, ya no pensaba cogerlo.Mequedabami bici; consu cestillodelanteroy su portabultos trasero; su espejo retrovisor; sus anclajes para ponerluz led delanteray su pilotorojo parpadeantetrasero. Con ella recorría todoLeón en un pis pas; realizaba mis trámites y me dedicaba a la bolsa (de la compra). ¡Orgulloso que iba yo en mi bici!
Pero llegó un día, o fue una noche, que alguien se enamoróde mi bici. Sí, la tenía atada con un cable y con su clave. Sí, en la calle; no tengo ya ni garaje ni plaza de garaje; pensaba quenadie se «lleva lo que no es suyo». En Sevilla me desaparecieron dos; pero pensé que en León esas cosas no ocurrían. Bueno, me consolé pensando que con las «bicis de alquiler» del Ayuntamiento me podría arreglar. Sí, sí. Saco la tarjeta y muy ufano empiezo a utilizarlas. Me encuentro que hay muy pocas, y las que hay viejas y destartaladas. Un día que quería ir a Carrefour, voy a coger una y después de hacer los trámites, saco una, de las dos que había, y estaba pinchada. Vuelvo a colocarla (¡lo que cuesta meter el pivote ese!); cuando voy a coger otra, me pone la máquina que hasta que no hayan pasado diez minutos no puedo hacer uso del sistema.
Me he fijado en los demás puntos y he visto muy pocas bicis,y las que hay muy estropeadas; casi ninguna con cestillo; con un sillín muy duro e incómodo. ¿No se podía mejorar este servicio? Total, que para mí va a ser un verano sin bicicleta. Para alguno parece que sí.
Si no fuera porque tengo la voz ya muy cascada, iría por las calles cantando: «Mi bici me la robaron/ anoche mientras dormía/...; a lo mejor aparecía. (¡Qué iluso!)
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