Las agresiones a los trabajadores de prisiones

Valentín Llamas
03/04/2019
 Actualizado a 16/09/2019
No es la primera vez que, como funcionario de Instituciones Penitenciarias, me dirijo al señor ministro del Interior. En esta ocasión voy a hacerlo con motivo de una cuestión: las agresiones a los trabajadores de prisiones

Sr. Ministro, como seguramente conoce, y digo seguramente porque ha demostrado usted un desconocimiento de la Institución Penitenciaria que a los profesionales nos da verdadero miedo, en España tenemos una normativa penitenciaria, me atrevo a decir porque estoy seguro de ello, que puede competir con las legislaciones más progresistas del mundo y, posiblemente, con muchas posibilidades de ganar esa competición. Sin embargo, esa normativa se viene devaluando, mejor dicho, la vienen devaluando ustedes, los responsables de la Institución Penitenciaria. Y la depreciación de esta magnífica legislación penitenciaria, se produce con cada una de las agresiones que, durante varios años ya, vienen sufriendo día tras día los trabajadores penitenciarios por parte de los internos a los que, por mandato constitucional, tienen que reeducar e intentar con su trabajo reinsertarlos a la sociedad, ¡qué incongruencia!, ¿verdad?; todo ello sin que ningún responsable de la citada Institución Penitenciaria ponga remedio a esta verdadera “epidemia”. Lo más preocupante de esta situación, Sr. Ministro, es que además de haberse disparado el número de agresiones a los trabajadores de prisiones, estas lo han hecho, no sólo cuantitativamente, sino también cualitativamente, es decir, cada vez las agresiones son más graves, más salvajes y, de no ponerle solución y remediar de alguna manera esta sangría, más pronto que tarde, lo que es ya una verdadera plaga tendrá consecuencias irreparables. Luego, cuando ya no haya remedio, vendrán las “lamentaciones” por parte de los Organismos e Instituciones que deberían haber tomado cartas en el asunto y cortar de raíz esta “epidemia”, y así evitar que llegase a la situación límite en que nos encontramos ahora. ¡¡¡Ojalá me equivoque!!!

Es imposible que los funcionarios encargados de reinsertar y reeducar a las personas privadas de libertad, puedan llevarlo a cabo en esta coyuntura, en estas circunstancias.

Finalizo con un apunte que nada tiene que ver con las agresiones, pero sí con la ignorancia que usted ha demostrado tener de prisiones y de la que yo hablaba al principio de esta misiva. Está de actualidad la posible supresión de las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla, porque van a modificarlas para que aporten más seguridad, pero sin medios cruentos. Dicho de otra forma, por razones humanitarias. Pues bien, Sr. Ministro, permítame recordarle que, seguramente, tiene usted más kilómetros de concertinas en las prisiones españolas que entre las dos vallas juntas de las ciudades autónomas. Supongo que los medios, las concertinas, serán igual de cruentas en un lugar que en otro y que las razones humanitarias deberían ser para todos, ¿no?

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