La vuelta al cole: ¡sálvese quien pueda!

Por Sofía Morán de Paz

Sofía Morán de Paz
20/09/2020
 Actualizado a 20/09/2020
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Durante mi etapa estudiantil fui una alumna correcta y más o menos aplicada, a pesar de tener que luchar contra mi tendencia natural a preparar los exámenes en el último minuto, cuando ya estaba metida en el tiempo de descuento, peleándome siempre con las prisas, los apuros y los atracones pocas horas antes del control. Fui poco a poco depurando la técnica, que efectivamente funcionaba para aprobar algunas de mis asignaturas, y fui entendiendo también, que había materias complejas que requerían de planificación, tiempo y calma para sacarlas adelante.

Estarán de acuerdo conmigo en que preparar la vuelta al colegio, tras 6 meses de parón y en medio de una pandemia mundial, atragantados, a carreras, y unos pocos días antes de comenzar las clases, ha sido un «sálvese quien pueda» en toda regla. Una declaración de intenciones que deja claro, una vez más, que los niños son los últimos monos de toda esta feria.

La educación no es la prioridad, ustedes ya lo saben, pero es que no lo es ni siquiera para nosotros, para las madres y los padres empecinados en centrar el debate social en si llevaríamos o no al colegio a nuestros hijos, y en nuestro derecho a decidirlo. Perdimos el foco y perdimos la oportunidad, porque la garantía de una vuelta segura y su correspondiente inversión económica es lo que debió centrar el debate, innegociable e imprescindible. Y es que a estas alturas de la película ya deberíamos haber entendido que el colegio no se puede sustituir por unas cuantas fichas y unos cuantos correos electrónicos, una educación online para la que, a todas luces, España no está preparada. No hemos entendido la importancia de valorar el colegio, de valorar la educación y valorar a los maestros. Y así nos va.

Más de 8 millones de estudiantes de etapas no universitarias han regresado a las aulas en los últimos días. Se han puesto en marcha exhaustivos protocolos, toma de temperatura, flexibilidad en los horarios para evitar aglomeraciones, desinfección, flechas que indican recorridos de entrada o de salida… Todas las medidas de coste cero estaban preparadas para recibir a los alumnos. Sin embargo, el curso ha empezado en muchos colegios públicos sin la prometida bajada de ratios ni la contratación de nuevos profesores, con clases que se acercan a los 30 niños y sin distancia de seguridad posible. Sin todo eso que nos prometía la ministra Celaá allá por el mes de junio. ¿En serio es aceptable que colegios que rondan los 700 alumnos, no cuenten con una enfermera escolar que pueda gestionar con rigor los protocolos, el aislamiento de un alumno con síntomas compatibles, las posibles cuarentenas o la comunicación con Salud Pública, en medio de una pandemia mundial y de la crisis sanitaria más importante que podemos recordar? Ya se lo digo yo, es acojonante.

Y a pesar del panorama, a pesar de todo, yo me mantengo optimista, con la respiración contenida y los dedos cruzados, pero optimista, aunque sólo sea por llevar la contraria a todos aquellos que querían cerrar los colegios mucho antes incluso de abrirlos. No podemos saber lo que pasará, pero tengo claro que, si la cosa no se derrumba, será gracias a los profesores y a los equipos directivos que se están dejando la piel para que todo salga bien.

Y mientras comienzan los primeros (y previsibles) positivos en las aulas y sus correspondientes cuarentenas, las familias nos seguimos preguntando qué es lo que vamos a hacer cuando nuestros hijos pequeños tengan que guardar cuarentena preventiva por algún positivo en su clase, sin absolutamente ninguna medida de conciliación a la vista. ¿Debemos renunciar al trabajo, o sería mejor exponer a los abuelos? Y recuerdo entonces aquella insólita polémica que estalló el pasado mes de enero, cuando la ministra Celaá nos avisaba de que «no podemos pensar, de ninguna de las maneras, que los hijos pertenecen a los padres», pero parece que ahora sí, ¿no? Ahora son sólo nuestros.

Lo que les decía, un «sálvese quien pueda» en toda regla.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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