01/10/2021
 Actualizado a 01/10/2021
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Esta semana pasada han tenido lugar las elecciones en Alemania y más allá del propio resultado y del batiburrillo de alternativas de coalición y sus exóticos nombres, como la coalición Jamaica, el semáforo, la Kenia… me llamó la atención el número de electores llamados a las urnas. Más de 60 millones de alemanes con derecho a voto, un 27% más que toda la población española, alcanzando una población total de 83 millones de almas.

Este dato llama más aún la atención si comparamos la superficie de Alemania con la superficie de España. Alemania ocupa unos 360000 kilómetros cuadrados y España más de 500000, lo que supone un 40% más de extensión española, aunque sí que es cierto que con distinta orografía.

Esta descorrelación entre población y superficie de España frente Alemania, la podemos encontrar en otros países de nuestro entorno como Italia con sus 300000 kilómetros y sus 60 millones de habitantes (frente a los 47 millones de España), Reino Unido con sus 243000 kilómetros y sus 68 millones de habitantes o frente a los 65 millones de la Francia ‘metropolitana’ con una superficie ligeramente superior a la española.

Si a estos datos sobre superficie y población total, le añadimos la variable de PIB per cápita, podemos comprobar para nuestra desgracia que España también está por debajo de los países mencionados, por lo que una menor población o una mayor extensión queda claro que no tiene nada que ver con la riqueza de un país.

Las medidas que se llevan aplicando desde hace años en España no dejan de ser siempre las mismas soluciones parciales que parten de un error de origen en el análisis del problema (o mejor dicho de los problemas) para conducirnos una y otra vez al mismo resultado erróneo.

Una revisión de nuestro modelo productivo, la integración vertical de los procesos, la búsqueda de valor añadido, la formación de calidad en búsqueda de la excelencia, la potenciación de una formación profesional orientada a los nuevos empleos, nuevas titulaciones adaptadas a la nueva economía, la descentralización de la economía por toda la geografía nacional, la revisión de la estructura funcionarial, el emprendimiento, el fomento a la natalidad… son algunas de las muchas cuestiones que habría que plantearse con una visión estratégica y de largo plazo.

El envejecimiento de la población, el paro, la España vaciada, el enorme déficit… son consecuencia de una falta de audacia política que salvo grandes excepciones (normalmente no valoradas lo suficiente) nos están conduciendo a la mayor de las irrelevancias internacionales por no saber «darle la vuelta por completo al calcetín».

Sirva de ejemplo de alguna de estas cuestiones la diferencia con respecto a Francia o Alemania al conducir por sus carreteras y ver que las casas, factorías y empresas de distintos tamaños van salpicando la totalidad de la geografía aportando y fijando riqueza en sus territorios.
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