La vigilancia como fase esencial de la prevención

Antonio José Molina de la Torre
23/05/2020
 Actualizado a 23/05/2020
La labor de vigilancia es una parte esencial de la prevención en cualquier ámbito, incluyendo los riesgos naturales y las epidemias, pero no siempre se le presta suficiente atención. Además, quien la lleva a cabo en unas ocasiones es tomado a la vez como testigo y acusado; en otras debe sufrir la maldición de los mensajeros y ser castigado por portar malas noticias, y en otras es ninguneado por avisar ante un riesgo que finalmente no se materializa.

Imaginemos una administración en la que una persona es quien tiene que tratar de evitar o minimizar los incendios forestales que se pueden producir, y por lo tanto es a quien se responsabilizará y culpabilizará de su aparición y gestión, pero que sea a su vez quien tiene que vigilar y dar la voz de alarma en caso de que haya un incendio.

Dada esta situación, en caso de incendio, y sabiendo que si lo declara le echarán la culpa de que se haya producido y puede que lo despidan, ¿cómo actuará esa persona? Puede que cumpla con su labor de vigilante y dé el aviso, a riesgo de perder su trabajo, pero también es posible que su elección sea no declararlo de primeras y tratar de sofocarlo sin que nadie se entere. De este modo, quedará bien ante sus jefes al no haberse producido incidentes, pero todos somos conscientes de los problemas que puede suponer no dar la voz de alarma y que con ello el incendio adquiera unas dimensiones muy superiores a las que habría tenido si hubiera avisado antes.

También puede pasar que, ante el miedo a que se le vaya de las manos, avise de cualquier incidente y por ello se genere un uso excesivo de los recursos, además de molestias a la población afectada por la respuesta ante el incendio, con el coste que esto supone. Sobre la base de este supuesto, podría llegarse a la situación de que sus compañeros/jefes dejaran de creerle como al pastorcillo del cuento y que cuando de verdad hubiera un evento grave no hicieran tampoco caso del aviso y se produjera un desastre.

Otra cuestión a valorar es si una única persona se puede hacer cargo de la vigilancia de toda la zona, y si el equipamiento con que cuenta para la detección y el control de los incendios es el adecuado, puesto que se pueden producir incendios de distinto tipo e intensidad difíciles de distinguir en su inicio, y no está claro que con los medios de extinción que hay se puedan apagar todos los tipos de incendio.

Aunque la realidad es aún más compleja y llena de matices, un poco de todas estas opciones están en los problemas que a nivel mundial y nacional ha habido en la respuesta al Covid19. Por ello es necesario hacer hincapié en la importancia de tener unos servicios de vigilancia epidemiológica bien dotados de recursos materiales, y de personal adecuadamente preparado, así como insistir en la importancia de que cuenten con la confianza y el respaldo oportunos para poder detectar e informar de la aparición de epidemias y pandemias, de modo que nos permita valorar los riesgos adecuadamente para anticiparnos y prevenir sus efectos.

Antonio José Molina de la Torre es profesor del Máster de Riesgos Naturales de la Universidad de León (ULE)
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