Muchas de las casas de nuestros pueblos son un pequeño arca de Noé en las que se van acomodando habitantes según y cómo. Unos son buscados, otros aparecen, a algunos nadie los quiere pero tampoco nadie los echa, o ellos mismos deciden no marchar, ¿quién lo sabe?
Lo que hacen todos juntos es desmentir viejas historias, leyendas que no son como nos las pinta la vida o su variante de los refranes, que es una especie de vida contada en verso o dicho.
«Se llevan como el perro y el gato», te han dicho una y otra vez y tú lo has repetido otras tantas. Pero, ¿qué es llevarse como el perro y el gato? Ahí tienes la realidad que se enfrenta al refrán. El perro ni le hace caso al gato, la gallina ni a uno ni a otro, el dueño ni aparece hasta la hora de ir al ‘nial’ para ver cuántas gallinas han puesto y de cuántos huevos puede ser la amarilla tortilla que hará para la cena.
Y ya ni te cuento cuando la madre no puede amamantar a todos los perros que ha parido, le encargan esa tarea a una gata y ésta lo hace. O al revés ¿Es eso llevarse como el perro y el gato?
¿Te imaginas la sensación de placer al incorporarte a la escena, llegas, te sientas y que el mundo siga su curso en el pequeño Arca de Noé.
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