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La última, y me voy

28/11/2022
 Actualizado a 28/11/2022
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Ya conozco los lamentos de mañana: No tenía que haberla escrito, con lo bien que iba yo, lo que me había aguantado, a esas horas además, que ya no pintaba nada allí, que si es colonia, veneno, matarratas, que mejor hubiera marchado antes y otras mil manidas excusas. Igual hasta prometo no volver a opinar nunca, jamás, en mi puta vida.

Pero aquí estoy, dándole a la tecla, firmando la penúltima, la espuela, la que me va a sentar mal, la que me mató, exculpando a las más de 400 anteriores y cargando todos mis males sobre las artimañas y zalamerías de las irremplazables malas compañías, que tan gentilmente me devolverán la acusación, como es ley entre notables. La culpa de todo se la voy a echar a esta, que va cargada de más, que ni siquiera la quería. La catalizadora de una resaca que temo casi tanto como al dentista. La tía Erótida me diría que no hay romería que no pese al otro día, que mozo dominguero no quiere lunes y, como también era muy moderna, que noches de desenfreno mañanas de paracetamol –que no rima, pero soy alérgico al ibuprofeno– y remataría la lección recordándome que si vives torcido tienes que trabajar derecho, porque cuando abra la cartera veré el enorme vacío de todas estas columnas que he ido trasegando durante ocho años, amontonando más alegrías que penas –espero– al final de la semana.

Cuando llegue a casa es posible que me eche directamente sobre los azulejos del baño, con la tapa del váter levantada por si me sube el golpe con todo lo que me he dejado sin contar, no he contado como debía o he contado de más.

Todo eso será mañana, bueno, más bien dentro de un rato, porque a estas horas ya empieza a despuntar el sol por los baldíos de Las Lomas con un nuevo día frío y prometedor.

Ya solo queda decir gracias, ha estado muy bien, sois la hostia, un placer, muy bueno, qué pena, mucha suerte, hasta más ver, ciao, adiós, nunca lo olvidaré, amén. Chispún.
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