La última victoria de Tino: la Casa de la Lucha en Valdefresno

En el emotivo homenaje a ‘El Cojo de Paradilla’ el alcalde anunció la construcción del centro que acoja "la historia de la lucha"

Fulgencio Fernández
16/04/2018
 Actualizado a 12/09/2019
Otras tres generaciones, en este caso luchando. Tino en el cartel, Clemente en la mesa y Adri en las colchonetas.
Otras tres generaciones, en este caso luchando. Tino en el cartel, Clemente en la mesa y Adri en las colchonetas.
El Ayuntamiento de Valdefresno vivió en la jornada previa a una de sus celebraciones grandes, la del Voto, otro jornada de reafirmación de otra de sus señas de identidad: la lucha leonesa. Y lo hizo con una jornada de reconocimiento (coincidiendo con el Centenario de su nacimiento) a uno de sus grandes mitos de este deporte: Constantino López, Tino El Cojo de Paradilla. Lo celebró con lucha leonesa, ¡cómo no!, con una exposición que recuerda la trayectoria de Tino —desde su partida de nacimiento asu esquela— y con un filandón sobre su figura. Y al final del mismo, en la despedida, el alcalde del Ayuntamiento de Valdefresno, José Pellitero, sorprendió a todos con un anuncio:«Vamos a construir, probablemente en el ayuntamiento viejo, que ha quedado vacío al estrenar éste, una Casa de la Lucha, un lugar en el que quede recogida toda la historia de la lucha. No es una declaración de intenciones, es una realidad que tendrá su partida presupuestaria. Creemos que lo necesita León, que lo necesita la lucha, y que no hay mejor lugar para esta casa que en La Sobarriba, la tierra de Tino, de los Molineros, de Clemente, de Adri y de cientos y cientos de luchadores a lo largo de la historia».

Pellitero: «León necesita la Casa de la Lucha, la lucha la necesita y la Sobarriba es el lugar apropiado para ella» Y allí sobre la mesa ya estaba una de las piezas que va a ir a las vitrinas de esta futura Casa de la Lucha, la cacha de Tino El Cojo de Paradilla, el gran protagonista de la jornada de ayer en la Sobarriba, en la víspera del Voto.

Protagonismo compartido con el anuncio del alcalde por lo que para unirlos a ambos muchos quisieron considerar que esta Casa de la Lucha es la última victoria, después de muerto, de Constantino López, Tino, que el pasado día 12 habría cumplido cien años.

Los recuerdos de Tino fueron suficientes para llenar un filandón... y para otros ocho que hubiera Antes del anuncio se había vivido una emotiva jornada de recuerdo a Tino entreverada con numerosas anécdotas y recuerdos que iban brotando de muchos de los asistentes: de los hijos de Tino — «habría para muchos libros, era un pozo de anécdotas»—, de históricos luchadores —Felipe León, Frumencio El Águila Rubia, Flavio de la Puente, Manuel Gallego Coca, cuyo padre fue muy amigo y rival de Tino y aún vive—; de gentes de la Sobarriba que recordaban cómo el solo nombre de Tinoya imponía respeto primero y una larga conversación después. Salió a relucir, ¡cómo no!, la anécdota de cuando levantó un burro con un paisano encima por una apuesta y después de ganarla, el propio burro, le dijo: «Anda, marcha con el burro, que no te eche la mujer de casa».

Clemente se fijaba en el cuello de boxeador y en una musculatura impresionante aunque no trabajada en gimnasio, su hijo hablaba del Tino excelente pescador, los nietos de la bondad de aquel paisano que era su abuelo, Camino Gallego recordó las cosas que Olegario Rodríguez Cascos contaba de él, Luisín el Farma de cómo todos los caminos conducían a Tino y similares, Gelo el de La Braña se atrevió con el romance de Tino acompañado solo del rabel y un servidor rememoró las largas conversaciones con el mito en un banco del Polígono X, cuando la vieja La Crónica se instaló allí y el de Paradilla también vivía en aquel barrio. Quise reivindicar la necesidad que la lucha tiene de caminar hacia los nuevos tiempos sin tirar por la borda los viejos recuerdos, las leyendas, las historias, la épica...

Y el muñidor de todo, otra vez en la Sobarriba, Antonio Barreñada, el trabajador eterno. 
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