02/10/2020
 Actualizado a 02/10/2020
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Iniciamos ayer el último trimestre del año con la pena de todas las calamidades que nos está trayendo este 2020 y la melancolía de pensar que este domingo celebraríamos en León Las Cantaderas y en condiciones normales, estaríamos oliendo a morcilla, pulpo y chorizo y formando parte de la marabunta que intentaba recorrer el mercado medieval. Pase lo que pase, después de esta maldita pandemia, esas aglomeraciones en las que andabas tan apretado que no sabías si lo que sentías en la pierna era tu monedero o el de delante, no creo que vuelvan.

En éstas estamos mientras el Gobierno ha dado patada a seguir en materia social y económica alargando los Erte de manera chapucera, para evitar que la calle se les incendie, mientras siguen con su hoja de ruta diseñada para liquidar este país y quitarnos libertades, asegurándose de crear una gran masa borreguil rehén de las subvenciones, poco contestataria y que rinda culto a los líderes.

Como muestra de todo esto, cada día van dando nuevos pasos hacia esa España bolivariana con medidas como la de que nuestros estudiantes puedan ir pasando de curso e incluso obtener titulaciones con cada vez más asignaturas suspensas o el reciente rechazo ayer mismo del endurecimiento de las penas contra los ‘okupas’ y las medidas para agilizar la recuperación de los inmuebles ‘okupados’ propuestas por PP, Ciudadanos y Vox.

Ya tienen el BOE en su mano para ir modificando leyes poco a poco a su antojo, pero los instrumentos que disponen las democracias para controlar al poder ejecutivo y legislativo, les resultan sumamente molestos y quieren seguir importando la hoja de ruta Chavista para poder ganar su particular ‘batalla cultural’.

Ahora que la sociedad está totalmente enfrentada y en una situación laboral, económica y sanitaria bastante comprometida, que desde el Gobierno han podido hacerse con grandes medios de comunicación y que hasta llegan a controlar lo que se puede y no se puede decir en las redes sociales, se encuentran con lo que para ellos es el último obstáculo y para la democracia la última trinchera. Los jueces.

La forma de elección del Consejo General del Poder Judicial les es sumamente molesta y por otro lado, que los jueces elijan ellos mismos a sus órganos de gobierno, parece que tampoco les gusta, por lo que la postura del sector podemita del Gobierno de procurar una injerencia total en el poder judicial, cada vez coge más fuerza, de manera que, tras los últimos acontecimientos vividos esta misma semana, Sánchez se plantea proponer cambiar la Ley para poder renovar el CGPJ a espaldas de la oposición.

De momento, por fortuna, los jueces se han plantado y parece que se han unido para evitar que su independencia se vea comprometida, pero torres más altas han caído y el día que esa torre caiga, empezaremos a ver desfilar por juzgados diseñados por el poder político a periodistas, opositores o cualquiera que alce la voz contra el autoritarismo y el comunismo.
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