La última de J.R. Vega y Rodera (VI)

Estos dos leoneses protagonizarán la última página de La Nueva Crónica todos los viernes de este verano

J.R. Vega y Rodera
07/08/2020
 Actualizado a 07/08/2020
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Un día perfecto


Té en el harén de Arquímedes

— ¿Ves? Hay cosas que no se pueden hacer teletrabajando. Enfoscar. No se puede teleenfoscar.
— Tampoco se puede enfoscar sin pasta. Haz.
— Así, de albañil, poca voy a hacer.
— Dos calderetas más y acabamos, aquí, el marco incomparable. Que mañana traen las puertas.
— ¿Se le pueden poner puertas al mar? ¡¿O muros a una epidemia?!
— Me parece a mí que ganas de currar tienes poquitas.
Las gaviotas graznan a gran volumen, alguien corta azulejos, sopla gregal, la luz se mueve y araña, el sol ciega y mata todo tono… el Mediterráneo toca los cojones.
— Ahora todos se matan por vivir en la costa, pero ¿sabes quién vivía al lado del mar hasta hace dos días? Marineros, soldados, pescadores… Pobres. Obligaos. Los ricos estaban en alto, en la orilla salubre del río. Aquí, niños desnudos chupando oricios y peleando las sardinas con los gatos. Cuarentena es una palabra naútica. Las olas solo traían pestes, galernas, miseria y piratas. Su espuma tiene el color de las calaveras y los huesos mondos.
— Piratas quedan bastantes. Joder, Óscar, solo son las doce ¿Qué has bebido?
— Solo vino. ¿Sabes qué es el coñac? Vino hervido. Para que ocupe menos y poder llevarlo en barco. El Mare Nostrum es una sopa podrida donde se cuecen nuestros muertos y nuestras uvas a fuego lento.
— ¿Y la pasta?
— Eso, los fenicios.
— La Mare que te parió.
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