La última de J.R. Vega y Rodera (IX)

Estos dos leoneses protagonizarán la última página de La Nueva Crónica todos los viernes de este verano

J.R. Vega y Rodera
28/08/2020
 Actualizado a 28/08/2020
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El nadador 

— ¿Qué tal está el agua?
— Diría que el ph está a 7’1. Ligeramente alcalino. O básico.
— Pues así lo bajas, que tú eres ácido.
— Pero de siete también. Notable.
— Me pregunto si en una piscina se podrá decir algo que no sea una gilipollez.
— Hay gente capaz de articular un discurso coherente en una de bolas y otra que no lo es delante de la Asamblea General de la ONU.

El motor de la depuradora de la cisterna, el clin clin de los hielos, la puya, el paseo, el son, el merengue y el ruido lejano de los camiones llenos de áridos zumban en el aire cabezón.

— ¿Cómo coño sabes lo del ph? ¿Huele?
— Todas las piscinas tienen el ph en siete. Tanto el metano como el cloro son inodoros. Huelen solo mezclados con otras cosas. Cosas horribles. Orina, heces, sudor, pelo… es el dicloro mezclado con mierda y oxígeno el que huele. Y da conjuntivitis.

Los muy divorciados fulanos de mediana edad recordaban a los niños tristes de bocadillo de mejillones y tres horas de digestión. Las llaves de los coches sobre las mesas de aluminio eran las miguitas para volver por un bosque encantado a un hogar que, como en el relato de Cheever, ya no existía.

— Si mi madre hubiera sabido que la digestión dura de dieciocho a treinta y cinco horas hubiera usado el flotador para las almorranas.
— ¿Qué?
— Yo es que leo las acotaciones.
— Decía Heráclito que nunca se baña uno en el mismo río, porque su flujo cambia, al igual que la persona, permanentemente. De forma inevitable. No sé si se podría decir lo mismo de una piscina.
— Si sales con los ojos rojos ya te digo yo que la persona habrá cambiado, pero el agua, no.
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