29/10/2019
 Actualizado a 29/10/2019
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Nadie podía imaginar que después de cuarenta y tantos años de su muerte y después de una ejemplar transición a la democracia se iba a gastar tanta tinta en hablar de Franco. Pero tampoco nos resistimos hoy a no hablar del tema. La dificultad nos ha venido a la hora de elegir el título del artículo. Lo de ‘tumba vacía’ puede valer, pero parece más bien propio de la teología fundamental o de la cristología. Tal vez sería más apropiado hablar de la ‘tumba vaciada’.

Otro título podía ser ‘Franco, el sastre y la zarza’. Tiene que ver con aquella historia de un sastre que fue de su pueblo a otro pueblo en una noche muy oscura por un bosque, y de pronto nota que alguien le coge por el manto. Lleno de pánico permanece inmóvil toda la noche hasta que, cuando empieza a amanecer, se da cuenta de que es una zarza. Entonces se envalentona y coge sus tijeras para cortarla, diciendo: «ris, rás, seas hombre o mujer lo mismo me da», y la corta. Así pasa con los que se meten con Franco después de muerto. A buenas horas. Mérito podían tener los que le hacían oposición mientras vivía, como el Partido Comunista de España, arriesgándose a ir a la cárcel.

Más títulos: ‘Sesenta y tres mil euros’, basándonos en el coste del traslado de sus restos. La verdad es que no hemos oído críticas sobre los gastos del viaje a Mingorrubio. No queremos caer en demagogia, pero algo cara nos parece la operación. Más de uno pensará en las necesidades urgentes que se podrían arreglar con ese dinero. Otros lo dan por bien empleado.

Seguimos con posibles titulares: ‘Reabrir viejas heridas sin necesidad’, ‘Resucitar a Franco’. Por cierto, éste ya no es muy original. Otro: ‘De Madrid al cielo’ o mejor: ‘Sánchez lleva a Franco al cielo en helicóptero’. O ‘Viaje a Mingorrubio’.

Otro titular podría haber sido: ‘¿Qué hacer con la tumba vacía?’. No queremos dar ideas, pero, si el Presidente del Gobierno se eternizara en el cargo, y fuera capaz de derribar la cruz, a nadie sorprendería que en realidad estuviera preparando su propia tumba como gestor de la reconciliación entre los españoles. Según él ahora ha empezado la verdadera democracia. Bien podía haber dado un bando: «Cautivo y desarmado el pueblo español, que ha vivido cuarenta años de paz y democracia, el gobierno de Sánchez ha alcanzado su principal objetivo, sacar a Franco de su tumba. La guerra ha terminado». Algunos se verán muy contentos de ganar el partido, o sea la guerra, mucho después de su terminación. Sánchez pensará que es una buena baza electoral y otros pensarán que ha abierto su propia tumba política.
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