La Tropicana, la discoteca que fue emblema de una época

La Tropi es un nombre y una historia que han quedado grabados en la memoria de miles de leoneses, muchos de los cuales pasaron por la inolvidable sala, unos a sus históricos conciertos, otros al ligoteo y muchos a las dos cosas, 34 años de aventuras

Carlos del Riego
09/07/2020
 Actualizado a 17/09/2020
El luminoso de La Tropicana fue un reclamo para miles de leoneses una semana tras otra, para los fieles de la capital y los que llegaban desde toda la provincia.
El luminoso de La Tropicana fue un reclamo para miles de leoneses una semana tras otra, para los fieles de la capital y los que llegaban desde toda la provincia.
Una de las discotecas que más tiempo estuvo ofreciendo baile, música y posibilidades de ligoteo a los leoneses fue la Tropicana, inaugurada en diciembre de 1968 y clausurada en 2002. En sus primeros tiempos era la típica sala de fiestas en la que era habitual la orquesta (algunas con nombres tan sonoros como Tommy & Brumas Band o Los Archidukes), aunque en ocasiones proponía grandes atracciones musicales, como cuando en los primeros años setenta acogió en su escenario a Julio Iglesias (a quien acompañaba su esposa de entonces, Isabel Preisler). La sala era muy amplia, dominada por una gran pista de baile circular y muy despejada, sin columnas. La barra estaba a la izquierda tras el pasillo de entrada y frente a ella el escenario, con los camerinos detrás. Su distribución ofrecía muchas posibilidades, de modo que un día acogía una fiesta organizada por la Vuelta Ciclista a España a su paso por León, y otro una sesión especialmente preparada para gente algo entrada en años que buscaba bailes más tradicionales y cuyas motivaciones e intereses nada tenían que ver con las inquietudes juveniles. En fin, la Tropi podía con todo. Y además de los sábados tarde y noche, era muy apreciada la velada de los domingos por la tarde, que normalmente contaba con orquesta.

Sí, esta emblemática discoteca dio mucha fiesta, muchas y muy variopintas sesiones, sin embargo, gran parte de los leoneses la recordarán por los grupos de rock que pasaron por su escenario. Algunos de aquellos conciertos han de permanecer en la memoria de miles de leoneses. ¿Quién estuvo aquella noche del 13 de mayo de 1983 en la Tropicana para presenciar el último concierto que dio Parálisis Permanente?; quizá sea preciso recordar a los que no estuvieron que unas pocas horas después, esa misma madrugada, Eduardo Benavente, líder del grupo, murió en accidente de coche cuando iban de León a Zaragoza. Muchos menos levantarían la mano si se pregunta por quién asistió a la extraordinaria sesión de funk que ofrecieron los británicos Funkapolitan…, apenas cien personas disfrutaron de aquella noche. ¿Hay quien recuerde a Barón Rojo descargado rock duro en la Tropi hacia 1981, poco antes de convertirse en la banda puntera del heavy español? ¿Alguien se acuerda de la poderosa actuación de Paul Collins´ Beat? ¿Y de Gabiente Caligari? Seguro que hay quien guarda en su memoria las actuaciones de Los Suaves. Igual que las muchas que trajo el festival Purple Weekend, uno de cuyos conciertos puso el broche a la sala. ¿Y las de Cardiacos, Los Flechazos y otros grupos leoneses que también probaron el sabor Tropicana? Fue parte determinante de la historia nocturna leonesa durante una época. Imposible no recordar al señor de bigote que manejaba la mesa de sonido en todos esos conciertos, el imprescindible Gerardo Villalba, Groucho, impertérrito, concentrado, pendiente de todo, capaz de que el grupo heavy sonara como un trueno y que el cantante melódico fuera el más dulce; seguramente serán miles las tardes y noches musicales que fueron posibles gracias a Groucho (en la Tropi y en muchos otros escenarios de León). Todos aquellos técnicos que controlaron el sonido del directo en esta sala merecen el recuerdo, como Javier Morán, Jesús García, José María Marcilla ‘Buru’, Toño Caminero… Sí, la Tropicana fue uno de los centros de ‘la nueva ola’ en León, ya que lo más novedoso que surgía en España terminaba pasando por allí, e igualmente los grupos leoneses que iban haciéndose un nombre y que ya eran capaces de arrastrar sus propios seguidores. Podría decirse que, para este sector de la juventud leonesa que ansiaba situarse en la cresta de la ola, la década de los ochenta es la época dorada de la Tropicana. Con el paso de los años y la mutación de gustos y modas, los conciertos de rock, pop y similares en este local fueron distanciándose cada vez más. Sin embargo, la ‘función discoteca’ nunca perdió vigencia, de manera que los discos más bailones de cada momento siempre sonaban por sus enormes altavoces, e invariablemente contaban con legiones de bailarines. Y es que a pesar de que era una disco grande resultaba muy acogedora, y en la mayor parte de las ocasiones su amplia pista de baile se veía bien poblada. Además, como la sala se adaptaba a cualquier evento, la música también se amoldaba a las exigencias del momento, de modo que por la tarde podían escucharse las piezas lentas y fáciles de bailar ‘agarrao’ y por la noche atronar la música dance, house o techno más estrepitosa.

¡Cuántas noches, conciertos, emociones, recuerdos, cuánto regaló la Tropicana a miles de leoneses!
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