La trashumancia de las gallinas

17/03/2022
 Actualizado a 17/03/2022
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No me digas que no tiene cara de pena porque es una evidencia. Ahora, tampoco me pidas que desarrolle una teoría sobre su pena porque tengo menos datos que Belén Esteban para escribir un libro de un cuarto de página.

Vete a ver si cuando ve que Mauri dispara (perdón por la palabra en estos tiempos) pone esa cara para que alguien le abra la puerta y debajo del cartel de ‘Animales vivos’ añadir de su puño y letra ‘y libres’.

Vete a ver si entiende lo que dice la radio del coche y no puede evitar esa cara para expresar cómo anda el mundo.

Vete a ver si es su estado natural y lo muestra porque no tiene la costumbre humana de fingir y la suya responde a la realidad más incuestionable, que lleva una vida de perros.

O, seguramente, lo que ocurre es que quiere que veamos blanco y en botella cómo la burocracia nos llega a todos y hasta él tiene que sacarse una guía para circular, colocar un cartel que diga quién va dentro de la jaula y pasar las revisiones que la autoridad competente dicte. Que ya lo decía ‘El Cuadrao’ cuando le detuvieron la furgoneta porque llevaba gallinas sueltas: «No sé qué me argumentan de la trashumancia de las gallinas ¿Pero eso no era para las ovejas?».

Y yo qué sé. Lo que está claro es que el perro tiene cara de pena.
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