14/05/2021
 Actualizado a 14/05/2021
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Siempre que llega un Gobierno socialista al poder, sobrevuela nuestras cabezas el hachazo fiscal. Una subida de impuestos ‘lubricada’ mediante conceptos muy ‘pintones’ como justicia social, Estado del bienestar o servicios públicos gratuitos. En el mundillo liberal hay una gran frase que viene a resumir perfectamente la situación: «El socialismo es como una trampa para ratones. Funciona porque el ratón no entiende por qué el queso es gratis».

Pues bien, tras la monopolización política de las elecciones en la Comunidad de Madrid y la debacle socialista, vuelve a la palestra la segunda cosa que más le gusta a un socialista después de prohibir, que es subir impuestos.

La estrategia, como todo lo que parte últimamente desde Moncloa, es la del desconcierto. Lanzan multitud de noticias contradictorias que van enmendando, para que al final, la gente no sepa a qué atenerse y no le quede capacidad de análisis y crítica.

En las subidas de impuestos, por lo impopular de la medida, es aún más importante aplicar esta estrategia y en estos días, nos han desinformado sobre la tributación conjunta de los matrimonios, la supresión del IVA reducido, la subida de las cuotas de autónomos… y una medida que ha originado mucho revuelo. El peaje en todas las autovías bajo la máxima anunciada por el ministro Ábalos de «el que usa, paga».

Les adelanto que la medida de pagar unos céntimos por el uso de las autovías para el destino finalista de procurar el mantenimiento óptimo de las carreteras no es, a priori, una mala idea, pero siempre partiendo de la base de un análisis completo del sistema tributario español, no de volver a engañar al ciudadano para seguir acribillándolo a impuestos mientras no se revisan los gastos superfluos.

El déficit acumulado que soporta el Estado por el mantenimiento de las carreteras es de 8000 millones y dicen que es ahí donde quieren aplicar los recaudado por los peajes. Pues bien, que alguien me explique dónde van los 12200 millones de euros que se recaudan por el impuesto de hidrocarburos o los 3000 millones del impuesto de circulación.

Se supone que el impuesto de hidrocarburos se justifica por la contaminación de los vehículos y las políticas contra el cambio climático, pero los datos vuelven a poner de manifiesto que nos toman el pelo al comprobar que el año pasado el Banco Europeo de Inversiones destinó 2240 millones de euros a la lucha contra el cambio climático en España.

El problema es otro, el problema viene de la mano del inmenso gasto público, del incremento del gasto en pensiones, de la reducción en la natalidad y de un diseño del tejido productivo español débil y que cada año se demuestra incapaz de generar empleo de calidad.
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