19/07/2015
 Actualizado a 08/09/2019
Guardar
Ruge la tormenta la tarde en que me siento a escribir mi columna al tiempo que se levanta un aire que, probablemente, se la terminará llevando para otro lugar. Se irá sola, sin que haga falta conjurarla como antaño apelando a uno de esos santos cuyas fantásticas (a veces truculentas) historias se atesoraban en ‘La leyenda dorada’ de Santiago de la Vorágine: Santa Bárbara bendita/que en el cielo estás escrita/con papel y agua bendita/ lleva pa los Pirineos/ esta tormenta maldita… La vida ha cambiado tanto que resulta muy difícil explicarle a los más jóvenes no solamente el porqué de apelar a la divinidad para algo tan aparentemente prosaico sino también el para qué. Las tormentas caen y ya está. Puede que te fastidien la tarde de baño o la verbena de la fiesta del pueblo. Tal vez, si graniza, te dejen las persianas o el coche abollado sin remedio. Pero nada más. No es como antes cuando, recuerdan los abuelos, una tormenta destrozaba en poco tiempo el trabajo de todo el año en el campo y era el hambre del mañana. Si para que pasara de largo (y le tocara a otro) había que solicitar la intervención de todo el santoral, tocar a nube (tente nube, tente nube/ que Dios puede más que tú), poner velas, asperjar la casa con agua bendita y disponer las palas del pan en forma de cruz, pues se hacía. Ahora que la mitad de la provincia está inculta (tal vez me equivoco y es todavía más) y parecería que da igual donde caiga la tormenta porque las hortalizas de los huertos son ‘delicatessen’ y las ciruelas y las manzanas se quedan muchos años sin vendimiar, resulta que no. Que una buena tormenta a lo mejor es el remedio contra la negligencia, la descoordinación y la falta de medios de que se quejan quienes están sufriendo grandes incendios forestales estos días. Tan espectaculares, que hasta han oscurecido el sol alguna tarde en los alrededores de la capital, tan lejana de donde se están produciendo.

Y aunque, como dice el refrán, esto parezca acordarse de Santa Bárbara cuando truena, a ver si la santa tiene a bien que esta tormenta de hoy caiga donde se la necesita.
Lo más leído