La tierra según Lolo

08/12/2020
 Actualizado a 08/12/2020
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Ya no quedan tipos como Lolo. La bonhomía corre peligro de extinción pero gente como él nos obliga a creer que no se consumará la desaparición de esa especie tan necesaria para creer en el futuro.

Ya de nada le sirve esconderse debajo de unas eternas gafas negras, a juego con sus chaquetas, camisas, pantalones, botas, cinta del pelo, calcetines y hasta calzoncillos... siempre negros. Pero cuando le descubres el alma resulta que no la tiene negra, no hay puntos oscuros en ella.

Ya no engaña a nadie con esa melena que en tiempos quería darle un toque macarra, en él solo es el pelo largo, lo que se ve, pues no existen dobleces en quien cree en la bondad por encima de todo.

Lleva años recorriendo la provincia, mural a mural, al sol de agosto y al frío de diciembre, con niños incapaces de estar quietos o con abuelas a las que escucha como oráculos.

Y en aquella pared queda dibujada la vida según Lolo, la tierra según Lolo, la provincia que él soñó y sigue soñando. Una tierra que cuenta muchas veces con pena por lo que ocurre pero siempre con humor limpio para combatir la realidad tantas veces sucia.

Y en su ingenuidad le extraña que a nadie le parezca mal su humor aunque se meta con los aludidos. Sería lo que faltaba.
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