La tercera ola ya está aquí: ¿había que salvar la navidad?

Por Sofía Morán de Paz

Sofía Morán de Paz
17/01/2021
 Actualizado a 17/01/2021
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Sabes que algo ha cambiado en nuestra sociedad cuando en los debates nocturnos de La Sexta Noche, allá donde los ‘periolistos’ de siempre opinan, se enfadan, se crispan y vuelta a empezar, en ese bucle infinito que parece ser el análisis de la actualidad, ahora vemos a médicos, epidemiólogos, biólogos o investigadores que hablan de vacunas, de medicina y de ciencia.

Y es que, desde que el coronavirus aterrizó en nuestras vidas, las voces de los científicos, esas a las que nunca hemos prestado demasiada atención, se han hecho un hueco importante en los medios de comunicación. Información científica, veraz y expresada de forma sencilla que, sin embargo, no ha podido frenar la espectacular proliferación de bulos y teorías de la conspiración que desde hace meses invaden todas nuestras redes sociales.

Hoy podemos encontrarnos con personas formadas, profesionales de todas las áreas imaginables repitiendo discursos imposibles, negando la existencia del coronavirus, o refiriéndose a la pandemia como ese plan estratégico para cambiar el orden del mundo. Profesionales de la salud que aseguran que la vacuna «nos puede modificar genéticamente» o que «van a instalarnos un microchip para poder controlarnos».

Pero es que los negacionistas de todo tipo, conspiranoicos, antivacunas y vendedores de humo, existían ya antes de la pandemia, y seguirán ahí cuando todo esto pase.

Mucho más peligroso me parece ese otro negacionismo más de andar por casa, uno mucho más amable, más ligero y fácil de digerir. Uno que está por todas partes y que, esta misma semana, ejercía con maestría Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, afirmando alegremente que: «algo tan importante como vacunar más, es seguir haciéndolo bien. Y ahora que estamos terminando de vacunar en las residencias e iniciando la del personal sanitario, me ratifico en nuestra prudencia de los primeros días. Esta vacuna se ha aprobado en un tiempo excepcionalmente corto y creo que, como responsables públicos, el mantener esa prudencia inicial para ver cómo reaccionaban los primeros vacunados era una actitud prudente». Y este es el cuñadismo científico en su máxima expresión, no se puede pedir más. Poco le importan a este los rigurosos controles y la exhaustiva evaluación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que es quien aprueba su comercialización, y las miles de personas ya vacunadas durante los ensayos clínicos. Porque Fernández Vara necesitaba testar la vacuna, hacer su propia validación personal con los ancianos extremeños que viven en residencias, algo que ha resuelto felizmente en un par de semanas. Este es el negacionismo de andar por casa que maneja el presidente extremeño, capaz de poner en duda a toda la comunidad científica mundial, para justificar su propia ineficacia y la evidente lentitud del proceso de vacunación.

Y es que hace unos pocos meses pensábamos que lo más difícil de todo sería encontrar una vacuna segura y eficaz en un tiempo record, una vacuna que terminara por fin con la pesadilla. No contábamos entonces con el continuo sindiós en el que vivimos, el baile de medidas y restricciones, y nuestra propia irresponsabilidad frente al covid.

En mi último artículo antes de las vacaciones de navidad, les preguntaba que a quién echaríamos la culpa cuando se acabara el turrón y llegara la tercera ola, y hoy se lo vuelvo a preguntar.

Ya la tenemos encima, imparable y justo cuando la esperábamos.

Ya sé lo fácil que resulta eso de echarle la culpa de todo lo que nos pasa a nuestros políticos, que efectivamente no se atrevieron a tomar las medidas necesarias para frenar esta tercera ola. Ahora prisas y temblor de manos.

Todos sabíamos lo que había que hacer, renunciar a los contactos sociales que nos han traído hasta aquí. Pero a la hora de la verdad, ni puto caso a la monserga de la responsabilidad individual, la coherencia y el sentido común.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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