18/04/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Hay un viejo dicho que reza así: «A la tercera va la vencida». También hay otro que dice que «no hay dos sin tres». Ciertamente no tenemos especial interés en que se cumpla ninguno de los dos, al menos en el asunto que hoy tratamos. Nos referimos a la tercera república y a la tercera guerra mundial, lo cual no significa poner en el mismo saco a una guerra y a una forma de gobierno.

No faltan quienes suspiran por una tercera república en España. No deja de ser un deseo legítimo. De hecho en el mundo hay muchas repúblicas que funcionan perfectamente, véase Francia, Italia o Portugal. Pero tampoco hay nada que objetar a la mayoría de las monarquías parlamentarias europeas. En cuanto a las aspiraciones republicanas, tratándose de España, se entiende que en el caso de que llegara la tercera alguien haya preguntado, a cuál de las repúblicas debería parecerse más, si a la primera o a la segunda. La razón de esta pregunta, no exenta de ironía, se debe a que ambas terminaron mucho peor que el rosario de la aurora, a pesar de las mejores intenciones. No obstante se entiende que cada 14 de abril se despierte no tanto la nostalgia de lo que no vivieron cuanto la ilusión de lo que consideran como una noble utopía alimentada por lo que algunos les han contado.

Otra cosa es muy distinta es la tercera guerra mundial. Esa sí que es totalmente indeseable, entre otras razones porque muy probablemente podría ser también la última. Una vez que el hombre ha creado las armas que podrían acabar con la humanidad ya nada es imposible. Solo es cuestión de apretar el botón. Es verdad que la historia está tejida de tal manera de guerras que en tiempos pareciera que eso fuera lo más importante en el estudio de esta disciplina, las fechas de los conflictos bélicos y los nombres de sus protagonistas principales, vencedores y vencidos. Pero no había los medios de destrucción con que hoy se cuenta. Era algo así como cuando un monte se quemaba y sobre las cenizas volvía a surgir la vegetación con toda fuerza. Ahora en cambio sería como cuando se desertiza el paisaje de forma irreversible. Y todos podríamos ser derrotados.

Lo que no admite duda es que el mundo no está bien, ni mucho menos. Y que algo grave tendrá que pasar, si no cambia. Algunos pasajes de la Biblia dicen que el mundo será destruido por el fuego. En otros se habla de la Gran Tribulación. No se trata de hacer profecías de calamidades, pero o nos convertimos de verdad o terminamos destruyéndonos.
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