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La teoría del grado

06/10/2022
 Actualizado a 06/10/2022
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Sobran el anular y el meñique de una mano para contar los vecinos de Espinosa: Virgilio, Carmen y Anselmo. Pedanía de Almanza, hace algunos meses propuse su historia para ilustrar un reportaje sobre despoblación y el coche de La Nueva Crónica se desplazó hasta este pueblo tan recóndito como entrañable. A la hora de las despedidas, entre los «pero pasad a comer una pasta, por amor de Dios» y otras conversaciones que se van por las ramas, Virgilio soltó a mi compañero Mauricio Peña: «¡Da recuerdos a Alberto!».

Resulta que uno de los sobrinos de esta familia de Espinosa juntó letras hace ya varias décadas en La Crónica. Una coincidencia que confirma por enésima vez ese axioma de que ‘el mundo es un pañuelo’, ¿pero cómo es posible que hasta en un pueblo como Espinosa se encuentren conocidos en común?

Hay una teoría conocida como la de los seis grados de separación que pretende explicar situaciones de este tipo. Bastante extendida y habitual objeto de estudio, asegura que con una cadena de cinco intermediarios se puede llegar lo mismo al presidente de los Estados Unidos que a una anciana de una aldea de Yibuti. No obstante, limitando un poco las pretensiones, con leoneses de por medio creo que no sería complicado desmontarla.

Basta dar un paseo por el barrio o tomar unos cortos por el centro para sentir que todos nos conocemos pero, no sé vosotros, tengo la sensación de que vayas donde vayas también hay un leonés a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, el día que el Real Madrid ganó la última Champions, en la cola del baño de un bar situado junto al Bernabéu me puse a hablar con un chaval que resultó ser primo de un amiguete mío de Alcoba de la Ribera. Más recientemente, hace solo una semana, reconocí en una calle de París a una familia que veranea en Taranilla.

Seguro que podrías contar historietas incluso más rocambolescas que dan prueba, con lo cuzos, peculiares y desperdigados que somos por estas tierras, de que en León tenemos nuestra propia escala en las relaciones sociales. Una teoría del grado, de Espinosa para el mundo, que se acredita siempre que charlando con un supuesto desconocido, sacando un sutil parecido o fingiendo una ingenuidad ‘echada pa’lante’ se gira poco a poco la cabeza, se frunce el ceño y se dice sin rodeos: «Oye, ¿tú no serás…?».
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