La Sierra da Enciña da Lastra II

La sierra hace frontera natural con la comarca leonesa del Bierzo, aunque solo está protegida la parte gallega

Francisco A. Ferrero
05/11/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Formado por un macizo cárstico, algo atípico en Galicia rumba en dirección NO-SE a una altitud media entorno a los 684 metros sobre el nivel de mar (msnm). El Parque Natural está limitado entre las extrañas formaciones calizas conocidas como os Penedos de Oulego, y el vertiginoso cañón del encuentro con el río Sil en el Estrecho de Covas, donde alcanza su máxima exaltación, siendo atravesado por la carretera N-120 a través de dos túneles de alrededor de 700 metros de longitud. Entre estos extremos, la sierra se muestra altiva en el pico A Tara, y sus lomos y estribos están sembrados de lugares secretos bajo los evocadores nombres de: «La Ciudad», «Cruz del Llamadal», «Val do Inferno», «O Penedón» o «Peña Falcueira», sobre los que posaremos nuestra mirada durante el recorrido. Si en la primera parte de esta ruta descriptiva (publicada en la LNC el 1/10/2017) recorrimos el extremo SE de la sierra, por los alrededores de Biobra y Peña Falcueira, cargados de valores ecológicos y paisajísticos; en esta segunda parte profundizaremos en sus valores geomorfológicos e históricos, y lo haremos recorriendo el territorio del NO, por los alrededores, tanto gallegos como leoneses, de los Penedos de Oulego, O Robledo da Lastra, Portela de Aguiar, Cabarcosy Santo Tirso.

La ruta se inicia a escasos 400 metros del barrio Santo Tirso de Cabarcos, donde un camino de tierra nos traslada al área de descanso de «Caprada» que marca el inicio de una pequeña ruta de senderismo que recorre un arboreto situado a los pies de los Penedos de Oulego, en la cabecera del arroyo conocido como Rego de Val de Injertos. Las pálidas y afiladas peñas de los Penedos de Oulego (que también podrían llamarse de Santo Tirso) constituyen la divisoria de agua del arroyo Rego de Val de Injertos y el río Galir, afluentes del Sil. A ambos lados de estos destacados molares calizos se sitúan,casi simétricamente, los pueblos de Cabarcos y Oulego, con sus respectivos barrios de Santo Tirso y Valdesobreira rodeados por sus magníficos sotos de castaños, bosques de encinas y plantas espinosas.

Los Penedos son el mejor ejemplo de morfología cárstica de Galicia. Están formados por tres blancos colmillos alineados que emergen verticales desde la tierra y que superan ligeramente los mil msnm. Muchos meses al año se asoman por encima de las nieblas matutinas (las brétemas gallegas), y dominan permanentemente el horizonte siendo una referencia geográfica que separa las comarcas del Bierzo y Valdeorras.Los sustratos calizos aquí encuentran la mayor expresión del territorio gallego, incluyendo elementos geomorfológicos como cantiles, cortados, conos de deyección, depósitos detríticos, cuevas y simas.Pero es en su vertiente botánica donde adquiere su mayor importancia. Su situación, en el oriente gallego, unido a un bajo régimen de precipitaciones y altas temperaturas (las más altas de Galicia), han convertido a la sierra en un lugar único que no se corresponde con la Galicia a la que estamos acostumbrados.

En la pequeña sierra se encuentran representadas la mitad de las especies vegetales de toda Galicia y la mayor población de encinas. Los roquedos calizos contienen algunas plantas de características endémicas, y las pequeñas islas herbáceas que los rodean, vegetación rastrera aromática que no existen en otros lugares del territorio gallego. El parque también atesora unas dieciséis especies de líquenes que no aparecen en otras áreas gallegas y una inusitada variedad de orquídeas. Aquí, una vez más, el carácter de suelo condiciona el tipo de vegetación que se desarrolla sobre él. Así podemos observar sobre los terrenos predominantemente calizos, los bosques de encino, alcornoque, madroño, olivo y las plantas espinosas; vegetación, en definitiva, de aspecto mediterráneo. Sobre los esquistos, cuarcitas y pizarras, castaños, retamas, brezo y pino de plantación, etc. El mosaico de paisaje final, especialmente en el otoño, es de una policromía exultante.

Pero a las cualidades geológicas, ecológicas y paisajísticas, hay que añadirle también sus valores históricos y culturales de los que destacaremos los más antiguos, porque los actuales ya están ahí, a la vista de caminante observador.
La Sierra tiene un pasado romano por varios motivos. Es la puerta de entrada más antigua a Galicia desde el Bierzo (León), conservando huellas muy evidentes del paso de una calzada romana; pero también hay tímidas pruebas que sitúan en esta sierra el escenario de mítica batalla del Monte Medulio, citada por los historiadores romanos.
La dificultad de cruzar el río Sil por el cañón de Covas, hizo que los ingenieros romanos tuvieran que sortear la sierra de La Lastra por la margen izquierda del arroyo del Val de Injertos (en su tramo final conocido con el topónimo viario de la Callejeira) hasta Portela de Aguiar, continuando por la ermita de Cabarcos hasta salvar la sierra por su cabecera y entrando en el actual territorio gallego por San Miguel de Oulego, continuando por la margen izquierdade la cabecera del río Galir. En el collado que separa las vertientes de la sierra, el topónimo «Peña Tallada» recoge el paso de la calzada por esta zona.

Una vez rebasado el arboreto que se sitúa al inicio de la ruta, el camino discurre, durante unos 2,5 km, por la carretera OU-622. Si estamos atentos a los cajeros y cortados de la roca, veremos huellas de la antigua calzada romana que, en este tramo, se solapa sobre la carretera moderna. Pero no es la calzada la única señal romana. Bajo la barriguda falda S-E de la cumbre A Tara, máxima altitud de la sierra (a 1.112 m snm), nombre de reminiscencia romana, hay una zona plana que se conoce como«La Ciudad».Según algunos autores, la existencia de fosos naturales y artificiales en los alrededores de este paraje, así como la evidencias del quicio de una puerta (que en muchas ocasiones se confunden con erosiones cársticas naturales propias de las calizas), que daba acceso al poblamiento por su flanco más accesible, en el lado septentrional, hace pensar que aquí se asentó la última resistencia indígena al ejército romano. También lo avalan, aunque de manera imprecisa, la descripción geográfica de los historiadores romanos, y la tradición secular que se conserva en la zona en forma de romance. No obstante, se hace necesario un estudio arqueológico preciso apara avalar tal afirmación.

En el Monte Medulio se celebró la última batalla de los pueblos del norte (cántabros y astures) contra los invasores romanos. Fue en el año -22 y, tras esta masacre, el último intento de escapar al yugo romano, se completó la romanización de la Península Ibérica.Según cuentan las fuentes romanas, los moradores del Medulio prefirieron morir y matarse ellos mismos antes de caer prisioneros de Roma. El suicidio colectivo lo relata así el historiador romano Lucio Aneo Floro: «Por último tuvo lugar el asedio del Monte Medullio, sobre el cual, después de haberlo cercado con un foso continuo de quince millas, avanzaron a un tiempo los romanos por todas partes. Cuando los bárbaros se ven reducidos a extrema necesidad, a porfía, en medio de un festín, se dieron la muerte con el fuego, la espada y el veneno que allí acostumbran a extraer de los tejos.

Así la mayor parte se libró de la cautividad, que a una gente hasta entonces indómita parecía más intolerable que la muerte». A unos 3,5 de inicio de la andadura abandonamos la carretera asfaltada y nos adentramos en una pista de tierra que nos conduce al alto de un cruce de caminos conocido como A Cruz de Lamazal. Desde aquí, ya se otea el pueblo de O Robledo da Lastra y el trazado de la calzada romana que discurre más abajo, casi horizontal, por encima del pueblo. El camino continua por la cara sur de la sierra hasta alcanzar un pequeño pinar de repoblación, a unos 400 metros de rebasarlo cogemos, a nuestra izquierda, un sendero señalizado que nos asciende en suave pendiente faldeando el monte A Tara hasta alcanzar el magnífico mirador de O Penedón, que nos regala una extraordinaria perspectiva del pueblo de Portela de Aquiar y un paisaje de vértigo, abarrancado de cortados calizos, donde algunos autores sitúan la Fortaleza de Aguiar. Desde el mirador ya se observa, hacia el poniente, el pueblo de Cabarcos y su barrio de Santo Tirso donde iniciamos la andadura. Durante el resto de camino hay que faldear por la cara norte de la sierra hasta alcanzar las praderías situadas bajo el pueblo de Cabarcos y seguir aguas arriba el arroyo hasta alcanzar el pequeño sotobosque umbrío situado bajo los Penedos de Oulego.
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