"La Semana Santa implica fe, religiosidad y tradición"

El obispo de León repasa lo que es la Pasión leonesa, lo que supone para la ciudad y la importancia del futuro museo

David Rubio / Sergio Jorge
27/03/2015
 Actualizado a 10/09/2019
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Obispo de León desde el año 2002, Julián López ya conoce a la perfección en qué consiste la Pasión leonesa, tanto desde su aspecto procesional como, obviamente, el pastoral, lo que el propio prelado considera "la Semana Santa del interior de las iglesias".

¿Cómo afronta la Diócesis de León la celebración de una nueva Semana Santa?
– La afronta con ilusión e interés. Al tener una presencia habitual porque como está relacionada con el calendario lunar, cada año cae más pronto o más tarde. En torno a la fiesta de Pascua, este año coincide a finales de marzo y principios de abril. La afrontamos como la semana más importante del año porque los hechos que conmemora son la muerte de Jesucristo y su resurrección. Aparte de eso, la Semana Santa se inscribe dentro de la cultura occidental y dentro de una historia larga que es incluso en algunos aspectos precristiana, porque los acontecimientos finales de la vida de Cristo tienen lugar en la pascua hebrea, que se remonta a varios siglos atrás. Por eso lo afrontamos con ilusión y alegría porque es un momento también de un trabajo pastoral, de convocatoria y de respuesta y es un fenómeno amplio, no solo religioso y católico, sino también de alcance turístico, porque en esta época las iglesias están a tope. Hay una Semana Santa que está en las calles y otra en el interior de las iglesias. Espero también que dentro de las familias.

¿Ese trabajo pastoral se empieza a elaborar mucho tiempo antes?
– Se prepara desde el principio de la Cuaresma. Son cinco semanas de preparación. Por otra parte, hay toda una serie de celebraciones que requieren justamente tenerlo todo a punto. Hablo de la Semana Santa del interior de las iglesias. Al obispo le toca presidir las celebraciones de la Catedral y cuando llega esta época, ya sé más o menos cómo se va a desarrollar la participación de coros, de acólitos y, por supuesto, también me organizo porque tengo que preparar unas diez homilías. No las improviso, tengo que prepararlas debidamente.

En su opinión, ¿cuál es la particularidad de la Semana Santa leonesa con respecto a la que se celebra en otras provincias?
– No sabría decir lo específicamente leonés, creo que las procesiones. Son semejantes en la nomenclatura, pero en León he encontrado una especie, lo digo con el mejor sentido, de anarquía. Hay poblaciones donde la Semana Santa se va desarrollando de una manera cronológica, todas en el comienzo el viernes la Virgen de los Dolores. El Domingo de Ramos con las palmas, el Viernes Santo con el misterio de la cruz y el Domingo la resurrección. Pero aquí el propio Domingo de Ramos hay procesiones con Jesús crucificado y las imágenes con Jesús en el sepulcro aparecen en otros momentos. Eso es un fenómieno propio de la religiosidad o piedad popular, donde la emotividad, la tradición, cuenta más que la lógica, el orden. Hay poblaciones con muy pocas procesiones, y en León prácticamente no las 24 horas, pero sí en los días finales de la Semana Santa están saturadas.

¿Cuál es la relación de la Diócesis con la Junta Mayor y con las cofradías que la componen?
– Me he encontrado con una Junta Mayor presidida por el obispo y desde mi propia experiencia en Ciudad Rodrigo y antes en Zamora, donde era el encargado de la liturgia de la Catedral, me parecía que tratándose de asociaciones de fieles seglares debían ser ellos los que tomaran las riendas, no solo de las cofradías sino del conjunto. Lafinalidad de la Junta era la coordinación, pero al mismo tiempo hay una serie de actos que trascienden el ámbito estricto de las cofradías. Desde el primer momento me propuse que tuvieran esa autonomía. Yo acudía a las juntas, pero la palabra del obispo parece que pesa mucho y no quería tener una opinión en una serie de cuestiones que no atañen a la esencia de la Semana Santa, como es la cuestión de los itinerarios, lo que es hacer coincidir las procesiones, porque todas pasan precisamente por la parte más antigua de la capital, por el entorno de la Plaza Mayor. Eso requiere un orden y una precedencia, por lo que no son cuestiones propias del obispo.

¿Cómo valora la iniciativa de crear un Museo de la Semana Santa en la sede del Obispado?
– A mí me ha parecido una iniciativa muy interesante. Desde el primer momento he sabido que había ese deseo y conocía también las circunstancias para ponerlo en marcha. Conozco estas cuestiones por mi origen zamorano, que allí fue en los años 50 la Cámara de Comercio e Industria la que con miras de promoción de la ciudad lo creó, ya que todavía el fenómeno del turismo no había estallado. Por eso León necesita ese museo. Hay una cuestión que no es la meramente espectacular de enseñar las imágenes, sino la necesidad de guardarlas debidamente, de tener los tronos bien conservados. Hay pasos que están recibiendo culto todo el año en las iglesias, pero los grupos escultóricos no pueden estar en un almacén cubiertos por una lona soportando el frío y la humedad. He visto que solucionamos un poco el problema llevándolas a los pueblos de al lado. Pero también es un factor importante desde el punto de vista de la promoción de la ciudad, de su historia, de su religiosidad, de su cultura, el tener montadas las imágenes de modo que el que lo vea aunque sea en Navidad o sea en pleno verano, se haga una idea de lo que es la Semana Santa leonesa. También está el patrimonio de las cofradías, aunque tienen su propia sede y su archivo. Es razón de más para que todo lo que sea estandartes, túnicas o insignias, que forman parte también de su patrimonio artístico, estén en el museo.

¿Cambiaría mucho la situación actual de la iglesia si los eventos religiosos tuvieran tanta participación como es el caso de la procesiones de Semana Santa? ¿Qué les diría a los feligreses que participan muy activamente en las procesiones y durante el resto del año no acuden con regularidad a la iglesia?
– La participación en las procesiones tiene unos protagonistas que son los papones, los cofrades. Estos desfilan, tienen sencillamente su expresión a través de una túnica, de un silencio, etc. Luego están los espectadores. Aquí tenemos un fenómeno importante que es específico de León que son cofradías verdaderamente grandes, yo diría que multitudinarias. Luego lo de los espectadores es común, al cabo del año no sería posbile esa tensión, esto es propio de Semana Santa y bastante. Hay que tener un cierto sentido de la medida y no multiplicar las convocatorias porque la gente no puede estar ocho días seguidos, sí lo está, pero no pidas más, porque durante todo el año no es posible. Aquí yo soy plenamente consciente como la mayoría de los sacerdotes de que el hecho de la Semana Santa implica la fe, la religiosidad, que no es exactamente lo mismo, implica también la tradición, porque mi padre o mi abuelo ya venían y teníamos la túnica… es un fenómeno muy complejo. En cambio, lo que es la participación en el culto implica algo más personal, ya que el peso de la costumbre es menor y tiene que contar más la convicción personal. Con esto no quiero decir que lo de las procesiones no tenga importancia, la tiene, porque es una catequesis en acto. Es el misterio de Jesucristo el que se celebra. Hay una serie de círculos concéntricos que a la medida de que se van espaciando, se alejan de una fe consciente y asumida. Pero todo tiene valor. Son personas que, pongamos por caso, si no pisan la iglesia, ese día están celebrando lo que se vive en la iglesia. No lo desprecio, sino todo lo contrario. Esto estaría muy en la línea de lo que dice ahora el Papa Francisco. Si él estuviera en una capital española de estas que tienen una Semana Santa cuajada como León estaría encantado, estaría por las calles y andaría animando a los papones a que desfilen con verdad ante todo y no haría ascos a cualquier otra manifestación del entorno mismo de la Semana Santa.
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