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La sacaron del padrón

10/12/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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A Alicia del Moral, madrileña castiza, de Chamberí, de 65 años de edad, la habían sacado del padrón del ayuntamiento de Manuela Carmela y por eso no recibió ninguna ayuda para pagar los 500 euros de alquiler de su apartamento de la calle Ramiro II, 1º, 5ª planta. A las 11 de la mañana del pasado 26 de noviembre aporreó su puerta la policía que acompañada al desahuciador que bien desahucia buen desahuciador será. Alicia del Moral, al oír los golpes se tiró por la ventana. El vivir, al menos como ella lo concebía (lujo y glamour) no se compaginaba con aquel trance.

No había pasado a renovar los votos municipales, Tal vez, como cualquiera, no conocía la obligación del trámite. Da igual que hayas nacido y vivido siempre allí. Te eliminan sin comprobar si estas postrado, inválido, enloquecido, desesperado. Te rechazan. Una violencia de género, de número, y de caso. Fue a pedir ayuda y no aparecía su nombre. Era una madrileña castiza, pero no registrada. Por su elegante atuendo, no necesitaba ayuda. Es decir: la condenaron.

A muchos es lo que les pasa. La necesidad los desahució de la vida, por no estar empadronados A muchísimos leoneses, murcianos, almerienses, granadinos, etc. nos sacaron un día del padrón. Tú no eres de los nuestros (ni de buena familia, ni católico, ni del Régimen, ni ingeniero de puentes y caminos) así que búscate la vida en otra parte. La burguesía provinciana de la posguerra inmediata no aceptaba controversia alguna; así que aquellos que no estábamos conformes ya sabíamos lo que nos quedaba. «Aquí ya sabéis lo que hay». «Aquí, el que tiene padrino se bautiza. Y el que no… ya sabe».

«Para tener una casa hay que ganar la guerra», titula Joan Margarit (gran poeta catalán, todavía vivito y coleando) su recientísima autobiografía. (Ed. Proa 2018) Pero algunos nunca ganaremos ninguna guerra. Tal vez por culpa nuestra. Por ser amables y educados. Por tratar de andar airosos y elegantes. Por no recelar de quienes llevaban los registros; y no lamerles el culo a quienes, desde sus puestos de mando, controlan los premios y prebendas. O por recelar siempre de la justicia universal y esas mandangas. «Uno siempre recela de la más importante; esa es nuestra cobardía», asegura, en el prólogo, el poeta antes citado.

Hay quienes siempre viven de prestado, siempre en patria ajena, siempre confiados, siempre soñando. Hay ciertas formas que, como a Alicia del Moral, no están permitidas a los ingenuos, como vivir, o pensar por su cuenta. Para tener una patria hay que ganar la guerra. Quienes fueron sacados del padrón lo saben.
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