La residual vivienda nueva en los pueblos, 281 obras autorizadas y 74 ventas al año

La edificación en el medio rural supone un obstáculo más para frenar la despoblación

D.L. Mirantes
25/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
El mercado de segunda mano se mueve, pero un gran porcentaje se queda dentro de las propias familias o se destinan a segundas residencias. | MAURICIO PEÑA
El mercado de segunda mano se mueve, pero un gran porcentaje se queda dentro de las propias familias o se destinan a segundas residencias. | MAURICIO PEÑA
La vivienda rural fue uno de los temas recurrentes en las pasadas campañas electorales, tanto en las generales como en las municipales y autonómicas. Los problemas en el acceso a la vivienda no se quedan en los principales núcleos de población y, con otra naturaleza, se trasladan a los pueblos. Según el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la vivienda ya supera al empleo entre los asuntos que más preocupan a los españoles y parece que la crisis del ladrillo no se ha traducido en políticas que hayan logrado corregir la situación. Mientras en la ciudad los jóvenes siguen teniendo muchas puertas que derribar para acceder a una vivienda los padrones de los pueblos se desangran. En esta situación, todo hace pensar que muchos municipios, especialmente los que se encuentran más cerca de las capitales o mejor comunicados, tendrían una oportunidad en el mercado inmobiliario para tratar de atraer población. Sin embargo, esta opción todavía está lejos de convertirse en un arma efectiva contra el envejecimiento y el despoblamiento del medio rural, por varios motivos.

Puntos clave

En primer lugar, según apuntan diferentes alcaldes, no basta con que haya oferta y el precio razonable. Tienen que existir servicios básicos y unas condiciones mínimas para que una familia opte por desarrollar su proyecto de vida en un pueblo. Una escuela, algún bar o tienda y atención médica sin sobresaltos son algunos de los requisitos indispensables para poder sumar nuevos vecinos al padrón.

En segundo lugar, aunque pudiera parecer lo contrario, la oferta de vivienda para entrar a vivir es escasa. En el caso de la vivienda de segunda mano, además del precio inicial, normalmente las compras exigen reformas y equipamientos que acaban encareciendo la operación. En el caso de la vivienda nueva, salvo en las cabeceras de comarca —donde el modo de vida ya se puede asemejar bastante al de una capital— apenas hay promociones de vivienda nueva y la opción de comprar un terreno para edificar un proyecto particular tampoco resulta sencilla por diversas cuestiones.

En tercer lugar, internet.

Por último, una de las cuestiones más etéreas, la capacidad de los ayuntamientos para hacer atractivo un modo de vida que se diferencie del urbano a través de las comunidades, de la mayor proximidad o cercanía entre los vecinos. Hace un par de años, Jakoba Errekondo, de Zerain (Guipúzcoa) –pueblo que ha logrado frenar la despoblación–, explicó en el foro ‘Medio Rural. Procesos para la transformación social, económica y demográfica’ de la Fundación Antonino y Cinia de Cerezales, que en un portal de Donosti, como de cualquier otra ciudad, incluida León, los vecinos deciden poco más que el color del que quieren pintar la fachada. En contraposición exponía que en el pueblo en el que vive pueden decidir sobre aspectos del servicio de salud, de la escuela de sus hijos o, simplemente, dónde aparcar. En su particular alabanza de aldea, Errekondo defendió una visión del desarrollo que tiene que ver menos con la renta per cápita y más con «ser dueño de tu destino».

La situación actual

No todos los que desean asentarse en el medio rural lo quieren hacer en una casa rehabilitada, que no puede ofrecer las mismas opciones constructivas que una casa de nueva planta. Además de las complejidad que suelen entrañar algunas obras de reformas integrales. Por otra parte, los precios de la vivienda de segunda mano en el medio rural tampoco son moderados y la capacidad de negociación muchas veces es limitada. El mercado de segunda mano se mueve, pero un gran porcentaje se queda dentro de las propias familias o se destinan a segundas residencias, según apuntan desde la inmobiliaria León de Pueblo. De acuerdo con las series estadísticas de Transacciones Inmobiliarias de viviendas de segunda mano del Ministerio de Fomento en la última década se han registrado alrededor de 15.000 transacciones en municipios de menos de 20.000 habitantes, con una media anual de unas 1.300 cada año.

La misma estadística en el caso de la vivienda nueva es mucha más escueta. En el medio rural leonés, durante el 2017 –último año del que hay datos cerrados– se vendieron 74 viviendas de nueva construcción, lo que representa el 26% de todas las viviendas nuevas en la provincia.

La opción de encontrar un solar adecuado para comprar y que el futuro vecino promueva la construcción de la casa tampoco parece una opción en alza. En todo el 2018, se construyeron 281 viviendas nuevas en todo el medio rural leonés, según los datos facilitados por el Colegio de Arquitectos de León (Coal). Esas 281 viviendas contrastan con el número de habitantes de estos territorios: alrededor de 250.000. Además, esas 281 obras corresponden a 110 municipios, es decir en un centenar de municipios de la provincia no se inició la construcción de ninguna vivienda durante todo el año pasado.

Por zonas, desde Coal señalan que «los municipios del alfoz o cercanos a polígonos industriales son más dinámicos». Así entre los municipios de menos de 20.000 habitantes que no que sean cabeceras de comarca en los que más vivienda nueva se inició son Cabañas Raras (7), Camponayara (6), Carracedelo (7), Onzonilla (9), Sariegos (10), Vegas del Condado (9) o Villarejo de Órbigo (9).

No obstante, la opción no resulta tan sencilla. Por ejemplo, en muchos casos se exige la urbanización del polígono, para lo que es necesario que los propietarios afectados se pongan de acuerdo en un porcentaje mínimo. A ello se suma que en muchos municipios no cuentan con planes urbanísticos –aunque existen unas normas de ámbito provincial, que se aplican cuando no hay plan municipal específico– y las licencias han llegado a estar paradas en municipios afectados, por ejemplo, por el Camino de Santiago.

Sin embargo, más allá de las cuestiones técnicas, como apuntan el presidente de Coal, Álvaro Izquierdo, la vocal de la Junta Directiva María José González y el secretario de la delegación de León, Alejandro Cabeza, lo que más disuade a los jóvenes y a las familias deconstruir sus vivienda en un pueblo sigue siendo la falta de servicios esenciales. Eso es lo que «hacen que una pareja joven que esté iniciando su vida profesional no le atraiga el medio rural, lo que podría cambiar si se mejorara los servicios y las infraestructuras».
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