La reinvención de la zarzuela

El prestigioso escenógrafo Lluís Pascual lleva al Teatro Liceu de Barcelona ‘Doña Francisquita’, obra cumbre de Amadeu Vives, en una versión moderna y no exenta de polémica que este martes acoge en directo Cines Van Gogh

Javier Heras
12/11/2019
 Actualizado a 12/11/2019
Una imagen del montaje de Lluís Pasqual para ‘Doña Francisquita’.
Una imagen del montaje de Lluís Pasqual para ‘Doña Francisquita’.
La zarzuela es la banda sonora de mi infancia», ha reconocido Lluís Pasqual en sus diversos encuentros con los medios. En su casa sonaba en vinilo y por la radio, y ‘Doña Francisquita’ era la preferida de su madre, que la tarareaba los domingos por la mañana. El prestigioso director tarraconense (Reus, 1951) se resistió durante décadas a las ofertas; sí se atrevió, en cambio, con óperas monumentales como ‘Tristán e Isolda’. Hasta ahora.

Fundador del Teatre Lliure, ex director del Centro Dramático Nacional, del Teatro Odeón de París, la Bienal de Venecia o el Arriaga de Bilbao, en esta nueva versión del clásico de Amadeu Vives hace un guiño a sus recuerdos y repasa la evolución del género en el siglo XX. Divide la acción en tres períodos: la II República, durante la grabación de un disco; los años 60, en un plató de televisión donde se escenifica este título con la estética acartonada del franquismo; y una sala de ensayos de la actualidad.

El montaje, coproducido con el Teatro de la Zarzuela, provocó reacciones divididas en Madrid hace medio año. Para algunos, que interrumpieron la función con sus gritos («¡ya está bien!», «un poco de respeto»), el lavado de cara era excesivo. Sobre todo porque sustituye los diálogos hablados –típicos del género– por una narración de los hechos, mediante la figura de un actor (Gonzalo de Castro), inexistente en la obra original. Incluso inserta reflexiones sobre la necesidad de modernizarse. Se verá en directo este martes en Cines Van Gogh a partir de las 19:45 horas.

Para Pasqual, «nadie se rasga las vestiduras cuando en teatro se adapta libremente a Shakespeare o Calderón, ¿por qué no hacerlo en la zarzuela?». A su juicio, Doña Francisquita «no es peor que ‘Il trovatore’, una música sublime con un libreto sin pies ni cabeza». El texto, de los célebres  libretistas Romero y Fernández-Shaw (los mismos de ‘Luisa Fernanda’ o ‘La tabernera del puerto’), se basa lejanamente en la comedia de Lope de Vega ‘La discreta enamorada’. Un enredo lleno de equívocos en el que una joven se las arregla para conquistar a un estudiante que está prendado de una tonadillera. También sirve de crónica de una época y una ciudad, el Madrid castizo del siglo XIX.

Estrenada en 1923 en el Teatro Apolo, fue un éxito arrollador: solo veinte años después, llevaba más de 5.000 funciones en toda España y 1.000 en Buenos Aires. El público la adora por sus melodías pegadizas (como la deliciosa romanza ‘Por el humo se sabe’ o la ‘Canción del ruiseñor’), sus números bailables llenos de gracia –de las mazurcas al Fandango de Cuchilleros– o sus inolvidables coros. Se nota que el barcelonés Vives (1871-1932), admirador de Wagner, Puccini y Debussy, había estudiado armonía y órgano y fundado el Orfeón Catalán.

Pasqual es consciente de todo esto. Su producción, como antes las de Miguel del Arco, Bárbara Lluch o Pablo Messiez, aspira a inyectar savia nueva a la obsoleta e incomprendida zarzuela. Lo hace con inteligencia, rigor, audacia y cariño. «Todo coge polvo, hasta el Partenón. Hay que soplar, y cuando se limpia, queda una maravillosa música, alegre, brillante, que llevamos en el ADN», señala al diario El País. También unos personajes universales, de clases populares –nada de marqueses o dioses mitológicos–, una sagaz heroína femenina y un mensaje sobre la fuerza de la juventud. En Madrid agotó entradas; qué mejor señal para la esperanza.

El Liceu, en el 20 aniversario de su reapertura, recupera un clásico del género grande (nota: lo de «género chico» solo se aplica a las zarzuelas cortas, de una hora de duración). ‘Doña Francisquita’ se vio por primera vez allí en 1933 y por última en 2010. Ahora este título «españolista» vuelve en un ambiente político revuelto y «poco propicio», como ha reconocido el propio responsable artístico del Teatre, Víctor García de Gomar. Pero lo hace por todo lo alto, con la batuta del especialista Óliver Díaz, las legendarias castañuelas de la octogenaria Lucero Tena y un elenco de altura. La soprano granadina María José Moreno regresa a la Rambla después del éxito de 'I puritani' el curso pasado. Entonces ya compartió cartel con el tenor Celso Albelo. El tinerfeño, una referencia mundial en el bel canto, toma el testigo de Alfredo Kraus, al que se rinde homenaje.
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