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La primera piedra

08/10/2020
 Actualizado a 08/10/2020
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Castigados sin salir. Los habitantes de León ya debemos cumplir con el confinamiento perimetral y a buen seguro que tenemos 124.303 lamentos diferentes, uno por cabeza y por cabezón, al respecto de las restricciones para frenar la segunda ola de la Covid. Tampoco cabe duda que en cada uno de ellos habrá alguien que no seamos nosotros para hacerle responsable de que nos hayan vuelto a poner el pastor.

Y es que en esta ciudad somos muy de lapidar sin estar libres de pecado. Pero ahora, ¿quién tira la primera piedra? ¿Ese Gobierno que inventó un comité de expertos? ¿La Junta que no hizo nada por reforzar las UCI? ¿Un Ayuntamiento que pinta y colorea Ordoño mientras oye llover? ¿Nosotros los del ‘tardeo’ en la Plaza Mayor, las mascarillas en la papada y los domingos de playa por Asturias?

Ojalá esta fuera una de esas veces en la que todo es tan sencillo como echar el muerto a Valladolid. Pero no, entre todos creímos haberla matado y ella sola no se murió: la Covid vive, la lucha sigue. En estas, podemos continuar emperrados en culpabilizarnos unos a otros y probablemente a ninguno le faltará la razón. Sin embargo, no debemos caer en ese error tan frecuente de confundir culpa con responsabilidad. Suena desalentador pero, en el estado actual de la pandemia, los esfuerzos de marzo y abril valen más bien para poco y únicamente una renovada fuerza de voluntad volverá a dejar frutos.

Aquí es donde debe aparecer la tozudez, el peor defecto del leonés y a la vez su mayor virtud. Apliquémosla para cumplir a rajatabla con estas medidas, que además esto ya lo hicimos una vez y a cabezones no hay quien nos gane. Convenzámonos de que se puede frenar al virus y, luego, nuestra constancia cazurra hará el resto. A muchos les va la vida en ello y al resto nos irá la vieja normalidad.

Tan solo con nuestra maravillosa cabezonería lograremos que la primera piedra que se tire en esta ciudad no sea un reproche, sino la que empiece a levantar una obra monumental. Algo tan bello como nuestra Catedral y tan grande como nuestro coraje que le debemos a los 838 leoneses que este bicho nos lleva arrebatados. Algo que al mirarlo nos recuerde a todos que somos de León... y que seguimos contentos de ser de aquí.
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