La primera Biblioteca Provincial de León

La intrahistoria de su traslado al palacio de la Diputación (1884-1906)

José María Fernández Chimeno
19/09/2018
 Actualizado a 13/09/2019
Primera Biblioteca provincial (antiguo convento de las Catalinas).
Primera Biblioteca provincial (antiguo convento de las Catalinas).
El sistema bibliotecario español nació como consecuencia de ejecutar la política de protección patrimonial en el país durante la segunda mitad del siglo XIX, siendo la estructura de la división administrativa provincial pergeñada con el establecimiento del sistema político liberal. En este periodo es «cuando el Estado, por necesidad de conservar los bienes culturales y literarios de las comunidades religiosas suprimidas en los años 30 del siglo XIX, se ve forzado a desarrollar una política de protección y nacionalización de las colecciones bibliográficas de las órdenes del clero regular. Mediante un Real decreto de 25 de julio de 1835 (Gaceta de Madrid, núm. 211, 29 de julio de 1835) se suprimieron los monasterios y conventos que no contaban con más de 12 miembros se exceptuaron de los bienes destinados a la venta «[...] los archivos, bibliotecas, pinturas y demás enseres que puedan ser útiles á los institutos de ciencias y artes [...] aunque no fue hasta más adelante, por Real decreto de 9 de marzo de 1836 (Gaceta de Madrid, núm. 444, 10 de marzo de 1836), que se propuso un fin para estos objetos, apareciendo por primera vez la mención a las bibliotecas provinciales». [.García López 2016: 233]

En el caso de León la Biblioteca provincial y la Asociación económica de Amigos del País, compartieron esa función educativa con grandes penurias económicas y carencia de instalaciones apropiadas; pero jamás dejaron de insistir en el empeño de que las instituciones públicas, en este caso la Diputación provincial, hiciera dejación de sus obligaciones para con la ilustración de los leoneses. Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta al abordar el concepto de biblioteca pública en la sociedad decimonónica del siglo XIX es el considerar que «de iure la biblioteca fuese pública, aunque de facto para un campesino iletrado fuese tan inaccesible la Real Biblioteca del siglo XVIII como cualquier biblioteca provincial del siglo XIX».

La inauguración de la Biblioteca Provincial de León se remonta al 19 de noviembre de 1844 con las obras que, procedentes de los suprimidos monasterios de la provincia, pudo reunir la Comisión de Monumentos históricos y artísticos de León; y se redactó un catálogo sistemático de los libros, desempeñando el cargo de Bibliotecario interino D. Fernando de Castro. Junto con otro ilustre hombre de ciencia, Patricio de Azcárate, se dedicaron a salvar de una pérdida segura «los restos de las librerías de monasterios tan ricos y célebres en los anales eclesiásticos, como San Claudio y San Marcos de León, el de Benedictinos de Sahagún y Cármen de La Bañeza, y los de Sandoval, Eslonza, Trianos, Carracedo y otros varios». [De la Braña 1884: 10]. Pero no será hasta cuarenta años después, en 1884, que el Jefe de dicha dependencia, D. Ramón A. de la Braña nos desvele en una exhaustiva publicación sus comienzos y avatares, al salir de la Imprenta Provincial bajo el título de Biblioteca Provincial Legionense (sus orígenes y vicisitudes); una obra ilustrada con datos bibliográficos y estadísticos que contiene las memorias anuales de 1881 y 1882, añadiendo índices de manuscritos, incunables, libros raros y curiosos.La biblioteca provincial ocupó desde un principio el espacio iluminado por cinco grandes ventanas que correspondían a la calle de las Catalinas (actual calle Fernando Glez. Regueral) y una sola a la plazuela de San Isidro y se consideró inadecuado para tal fin, tanto en lo que concierne a la escasez de luz como a la falta de una sala de lectura cuyas funciones realizaba el salón. Las estanterías fijas tampoco se prestaban a admitir libros de todos los tamaños, si bien estaban primorosamente talladas con molduras doradas, entre las que figuraba la aristocrática cruz de Santiago «pues la mayor parte de dichos muebles proceden de la renombrada casa de los caballeros de la misma orden en León, así como también gran número de sus libros». [De la Braña, 1884: 7].La buena impresión que a primera vista se formaba el visitante de todo el conjunto –hasta artístico de sus viejos estantes– desaparecía al apreciar las malas condiciones de los detalles ornamentales y la aglomeración de los tres mil volúmenes –tan solo restos de libro impresos y manuscritos, allí donde antaño tantos notables códices se conservaban en los archivos de los monásticos retiros del antiguo Reino de León-, algunos ilustrados con miniaturas de gran mérito con que aproximadamente se formó la Biblioteca, aumentados en otros cuatro mil hasta 1884. Es por ello que desde un principio se planteó trasladar la dependencia pública al monumental palacio de Los Guzmanes, mientras que las 52 pinturas al óleo y 5 esculturas de la citada desamortización pasaron a exponerse en 1871 en el claustro de San Marcos, donde se creó el Museo Arqueológico provincial. En este sentido, uno de los primeros encargos que recibió D. Francisco Blanch y Pons al desempeñar el cargo de Arquitecto municipal (1887/1913) fue la traslación de la Biblioteca pública de León al palacio de la Diputación. Tras años de deterioro físico que se solventaron con reparaciones de urgencia, arreglos que iban poniendo en evidencia la imperiosa necesidad de buscar otras dependencias, el Jefe de la Biblioteca envía un escrito, el 11 de abril de 1890, dirigido al Sr. Presidente de la Excma. Diputación José Rodríguez Vázquez.«Ha tiempo que cumpliendo con las obligaciones que me están confiadas, vengo gestionando el ensanche de la Biblioteca provincial, sin que hasta el presente, por desgracia, haya tenido resultado favorable cuanto se ha hecho para conseguirlo. Reunida en pleno esa respetable Corporación creo oportuno insistir […] respecto á la conveniencia de que la Biblioteca Legionenses continúe en el mismo local que ocupa desde el año 1843, […] En el pasado año de 1889 la Biblioteca Legionense continuó careciendo del local necesario para dar conveniente colocación á los libros adquiridos durante los últimos años. […] Por otra parte, la Exma. Diputación, teniendo en cuenta las dificultades que se oponen a la realización del proyectado ensanche, quiso trasladar la Biblioteca al grandioso palacio de los Guzmanes, hoy propiedad de dicha Corporación, donde tendrían digna y desahogada colocación todos los libros que contiene establecimiento tan importante; laudable propósito que no llegó a tener efecto, por haberse resuelto a petición de un señor diputado, que se solicitara del Gobierno de S. M. permiso para trasladar la Biblioteca al monumental edificio de S. Marcos. […] por considerar de suma gravedad para el porvenir del establecimiento de instrucción pública que tiene á su cuidado, y confía en que el ilustrado Gobierno que rige los destinos de la Nación, no podrá acoger con agrado dicha pretensión, atendiendo á que el edificio de S. Marcos no es apropósito para instalar en él un establecimiento dedicado a la lectura diaria, por hallarse situado extramuros de la ciudad y á medio kilómetro próximamente de la misma». [Archivo Diputación Provincial de León (ADPL). Caja. 20059/28] El detallado escrito (10 hojas) que el Sr. Álvarez de la Braña envió a la máxima autoridad de la Diputación provincial, no debió de sentar demasiado bien a la Comisión provincial, por cuanto representaba una intromisión en sus competencias el que un bibliotecario se dirigiera al Excmo. Sr. Ministro de Hacienda para que se devolviese «la parte del edificio de las Catalinas contigua al salón de la Biblioteca» que hace años se concedió al Sr. Obispo de la Diócesis o que se entrometiera en la petición que hizo un señor Diputado al Gobierno de la Nación para que la Biblioteca provincial se trasladase al monumental edificio de San Marcos.

No obstante, pasados cuatro años, la propuesta de traslado de la Biblioteca provincial al Salón de Quintas de la Diputación fue refrendada por el Gobernador de la provincia D. Saturnino de Vargas Machuca, en un escrito del 24 de noviembre de 1894 dirigido al Sr. Vicepresidente de la Comisión provincial, donde se indica: 1º «Que el Arquitecto provincial estudie el medio de trasladar la Biblioteca provincial al palacio de la Corporación, proponiendo plano y presupuesto». D. Francisco Blanch y Pons realiza un detallado informe el 23 de marzo de 1895, y notifica a la Comisión provincial que: «El importe de estos trabajos [...] se encontraría en los límites de 2.500 á 4.000 pesetas. En consideración a todo lo expuesto espero que la Comisión provincial se dignará manifestarme si el local elegido es apropósito para instalar la Biblioteca y si la instalación que propongo es la más conveniente». Los croquis acotados llevan fecha del 20 de mayo de 1895 y tratan de ajustarse a las necesidades de la Biblioteca Provincial Legionense. Aún así, el tan anhelado traslado se prolonga sine die, y tendrá que ser el nuevo Jefe de la Biblioteca provincial, D. Manuel Company quien se haga cargo de las rémoras que malamente soportaba este «servicio público». Para ello tendrá el apoyo de otro de los afectados por la excesiva desidia de la Diputación provincial, este será la Sociedad económica de Amigos del País, que compartía edificio histórico con la Biblioteca provincial desde más de diez y ocho años (1888-1906). Por vez primera se implica en el asunto del traslado, y en una carta timbrada el 22 de Noviembre de 1905 el Presidente de la citada Sociedad, Sr. Ramón Pallarés, expone ante la Corporación provincial, aprovechando la lamentable circunstancia de la defunción de un miembro de la Diputación, que: «La Junta Directiva de la Sociedad Económica de Amigos del País y en su nombre el Presidente que suscribe, tiene el honor de dirigirse á la Corporación Provincial para un asunto de gran interés para aquella. Con la sentida muerte del Secretario de la citada Diputación, ha quedado vacante la casa que aquel funcionario ocupaba y siendo, á juicio del que suscribe, un local amplio y en condiciones para trasladar á él la Biblioteca Provincial, que en la casa de la Sociedad Económica no se halla, ni mucho menos cómodamente instalada…». [Archivo Diputación Provincial de León (ADPL). Caja 20059/28, Doc. 10]

Ateniéndonos a lo hasta ahora expuesto, en lo que a la documentación archivada se refiere, dejo a la interpretación del lector las verdaderas intenciones de la Diputación provincial: si quiso alguna vez a la Biblioteca provincial dentro del palacio de Los Guzmanes. Estas se desvelaron definitivamente el 1 de mayo del año 1906, cuando la Comisión provincial dio por zanjada la polémica suscitada con su traslado, La respuesta al Presidente de la Junta Directiva de la Sociedad económica de Amigos del País correspondió a la Comisión provincial, en un escrito del 1 de mayo de 1906. En el apartado 2º se dice: «Que respecto al traslado de la Biblioteca al piso segundo del palacio provincial, pasados los documentos de ellos referentes a la Comisión de Fomento para que proponga lo que considere procedente [...] la Comisión provincial tiene acordado el que se traslade a dicho local las oficinas de Instrucción pública y Agricultura, a cuyo efecto se ha hecho las obras necesarias para su instalación».

Anecdóticamente, con esta injusta decisión se recuperaba la teoría inicial que para la biblioteca pública decimonónica se tenía de desarrollar una función social y acceso abierto a cualquier usuario a los depósitos del patrimonio cultural; dado que en el caso leonés, al no tener una Universidad donde alojar sus fondos y desecharse por falta de espacio su ubicación en el Instituto provincial de 2ª Enseñanza (a quienes el Estado español cedía su custodia), se pudo cumplir con creces los principios ilustrados que perseguían la formación de ciudadanos cultos y responsables socialmente, como alternativa al juego de taberna y ocio, considerado pernicioso.
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