La poesía dibujada de Óliver

Encerrada en decenas de páginas, la poesía de Óliver te envuelve en un viaje de mágica reflexión

Ruy Vega
25/02/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Algunos de los trabajos literarios anteriores de Óliver acompañando a su última obra.
Algunos de los trabajos literarios anteriores de Óliver acompañando a su última obra.
Hoy no es una carta más, hoy es el momento de Óliver y su poemario ‘Constante QWERTY’. Cuando uno se sumerge en la lectura, como bien sabes, tantea y coquetea con variados y distintos géneros. La poesía es uno de ellos. Mi relación con la poesía comenzó hace muchos años, y lo que fue el coqueteo del principio me ha llevado a un viaje sin retorno del que ya forma parte esta carta a ninguna parte, como cualquier pensamiento profundo y reflexivo pertenece a una poética vida. Gracias a los versos conocí obras magníficas, navegué con Elvira Sastre, Marwan, Defreds, Benedetti, Poe, Rimbaud, Whilttman… y así un largo listado que ya forma parte de la biblioteca de mi casa y de la literatura de mi alma.

Puede que en el fondo todos seamos un poco poetas, y lo que unos expresan entre versos otros utilizan prosa, canciones o frases unidas a reflexiones imperecederas. Quizá unos lo saben, otros lo descubrirán, otros nunca se darán cuenta.

Poder tener entre mis manos a ‘Constante QWERTY’ ha sido un privilegio, un lujo excepcional que me enorgullece, aún más, por ser poesía nacida de aquí, de las calles que nos rodean y que han visto reír a unos y llorar a otros, pero también ser olvidados, amados y odiados. Un poeta encuentra motivo de verso en aquello que para otros, buceando en los mismos lugares, ha pasado desapercibido.

La poesía hace tiempo que dejó ser únicamente una lectura privada en hojas casi vacías para convertirse en algo más, mucho más grande, casi enorme e inabarcable. Canciones convertidas en poemas, poemas convertidos en canciones, reuniones en las que se recita junto con instrumentos, poemas de un solo verso, poemas únicos de libros completos… y así un sinfín de opciones que la han colocado donde debe estar, en lo más alto si por sentimientos y sensaciones se mide.

La poesía de Óliver llega al impacto visual. Entra por los ojos para llegar a lo más profundo. Sus versos, hábilmente dibujados en hojas en blanco llenas de sentido, buscan tu atención con certero mensaje. Estoy seguro que, a quien no le guste la poesía, el hecho de verla plasmada en distintas figuras, se detendrá en este libro. Por cierto, libro con mayúsculas. Porque el que dijo que los versos eran líneas paralelas que componen un poema se equivocaba. Y Óliver lo sabe. Su mano, mientras su talento plasma letras, dibuja frases, colocándolas sobre el plano en una y mil formas que detienen cualquier mirada. Solo verlo sientes esa necesidad de dejarte llevar, de liberarte de cualquier atadura para, con premeditada libertad, volar entre sus páginas, una a una, diseccionando reflexiones de inequívoca inquietud.

Papá, me conociste cuando mi camino era solo aquellas novelas que, prosaicamente, inundaban nuestra casa. Me hubiera gustado poder charlar contigo de todos aquellos poetas que conocí después y que tanto me han impactado. Quizá algún día lo hagamos. Poetas que, como el autor de este poemario, me ayudaron a reflexionar sobre la vida, mi vida, sobre lo que nos rodea, lo que me rodea, y lo que no, sobre el todo y la nada, sobre la muerte y el infinito.

La buena poesía, seguro que estás de acuerdo conmigo, te empuja a conocerte mejor a ti mismo. Te plantea preguntas que, en ocasiones, son irresolubles. Pero eso, al menos en este caso, no es necesario. Aquí todo tiene un principio y un fin, aunque el fin sea una nueva pregunta, un nuevo plano sobre el que dibujar.

Quizá incluso podríamos declarar la poesía que te traigo como poesía visual. Y eso, me encanta y, no lo dudo, también te gustaría a ti.

Oliver nos habla de todo. ¿De todo?, te estarás preguntando. Sí, de todo. De la vida, de la felicidad, de la tristeza, del día a día, de lo que nos preocupa o de lo que no tanto. Te mira a la cara para contarte que el poeta te entiende, te siente, te busca entre los versos. Te coge de la mano y te invita a pasear con él en cada verso, en cada página. ¿Mágico? No, poesía hecha por poetas. Una poesía esencial, de esa poesía que te llega. Me gustaría poderte proponer que lo hagas siguiendo un ritual que te lleva a profundizar al máximo.

Deja únicamente la luz que sea necesaria para poder leer con comodidad, pero solo esa. Ahora siéntate en tu sillón favorito (ojalá pudieras hacerlo todavía), pon a buen volumen tu músico preferido y abre una lata. Lee, lee sin parar, página a página, poema a poema, verso a verso, letra a letra. No podrás detenerte.

Se lee tan fácil como difícil es dejar de hacerlo. Párate en las hojas que necesites, léelas un par de veces, tres o mil. Que eso no te importe, no te cansará.

¿Y sabes? Tiene eso que tienen algunos poetas o cantantes. Podrías leer un verso, tengo alguno seleccionado que te encantaría, e interpretar lo que dice. Verlo claro, conciso, cristalino, casi obvio e insultantemente directo. Pero podría leerlo yo y darle un segundo enfoque igual de perfecto, igual de claro, igual de evidente. O incluso tú mismo un tiempo después podrías verlo de otra manera. Eso me encanta. Sé que a ti también. ¿Por qué? Porque son poemas que se amoldan a tu estado de ánimo, a tu camino, a ese sendero por el que la vida te lleva. Si el sendero cambia, el poema lo hará contigo. Pasa de ser la reflexión de un poeta a un compañero de viaje casi imprescindible.

Pocas expresiones artísticas obligan a su autor a diseccionar lo más profundo de sus pensamientos de una manera tan pública como la poesía. Poco hay que esconder cuando el poeta habla de lo que le preocupa o le inquieta. Poco hay que ocultar cuando abres, ante todo aquel que quiera leer tu obra, la pantalla en la que a modo de película van apareciendo todas tus vivencias, desde las más superfluas hasta las más ocultas. En este caso, acompañándose por el impacto visual de la poesía dibujada de Óliver.

Quizá todos en el fondo seamos poetas y amemos la poesía, solo que unos lo saben, otros lo intuyen y el resto lo desconoce.Poco importa eso ya, tengo la impresión de que la poesía será uno de esos géneros que sobrevivirán a los siglos y las modas y todo, gracias a enormes poemas como los de Óliver.

Papá, te dejo ahora descansar. Seguiré con mis libros, que en realidad me sirven como instrumento terapéutico para conocerme mejor a mí mismo.

Volveré el mes que viene, con un nuevo libro, con un nuevo autor, con una nueva experiencia, con esa increíble sensación de que «no es inmortal el que nunca muere, sino el que nunca se olvida».
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