La población inmigrante no deja de crecer

León encadena cinco años de incrementos en su censo de extranjeros y registró al cierre del pasado año el dato más elevado desde antes de la crisis económica desatada en 2008

A. Martínez
25/04/2022
 Actualizado a 25/04/2022
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La población inmigrante se está convirtiendo en un pequeño bastión a la hora de paliar en la medida de lo posible la sangría demográfica y el envejecimiento en la provincia.

Si el pasado viernes el principal titular de este periódico era que León bajaba por primera vez de los 450.000 habitantes, el de este lunes pone el acento en que la población inmigrante sigue al alza y alcanza su dato más elevado desde 2008, cuando se desató la crisis económica que supuso además el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

Concretamente, los datos provisionales del padrón a 1 de enero del presente año publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejaban para la provincia un total de 447.886 habitantes. De ellos, 230.293 eran mujeres y 217.573 hombres.

Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, en León se han perdido más de diez habitantes al día. En la última década, con una bajada del descenso de 46.585 personas, el ritmo de pérdida demográfica en la provincia es incluso mayor, rozando los 13 leoneses menos cada día.

Y una tendencia opuesta, aunque de menor intensidad, puede observarse en el caso del colectivo de extranjeros con certificado de registro o tarjeta de residencia. Eran al cierre del pasado ejercicio un total de 25.482, lo que supone un incremento del 2% y de 492 en comparación con los 24.990 que se contabilizaban el 31 de diciembre de 2020.

Es preciso destacar que se consolida una tendencia al alza que se inició en el año 2017 de la mano de la recuperación económica tras la devastadora recesión de 2008. Son ya por tanto cinco años en los que la llegada de personas de otras nacionalidades han contribuido a paliar en parte la pérdida demográfica general que padece nuestra provincia.

Otra cuestión a tener en cuenta es que la pandemia de coronavirus no ha servido para poner freno a esa tendencia al alza pese a las restricciones a la movilidad que se decretaron y que tuvieron lugar fundamentalmente a lo largo del año 2020.

En todo caso, la provincia aún está lejos del dato de población extranjera referida al cierre de 2008, cuando se hacían notar los primeros efectos de la anterior crisis. Entonces eran un total de 26.128 los inmigrantes regularizados que residían en León, siempre según los datos que facilita el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

El dato mínimo se alcanzó en diciembre de 2016, cuando la cifra se situó únicamente en 22.928. Aquel cambio de tendencia se analizó entonces como una consecuencia de la recuperación económica que estaba experimentando el mercado de trabajo en la provincia, que se basa en buena medida en los servicios y que volvía a ganar atractivo para aquellas personas que dejan su país en busca de un futuro más próspero. Aunque los incrementos no son importantes, no dejan de ser también esperanzadores para una tierra cuya sangría demográfica no parece tener freno.

El constante descenso de la natalidad entre los españoles y el éxodo de muchos jóvenes que hacen sus maletas para poder encontrar un empleo hace que la llegada de extranjeros pueda representar un arma contra la despoblación en las zonas urbanas, pero sobre todo en las rurales. En muchas de ellas los inmigrantes garantizan la continuidad de escuelas abiertas y de oficios que muchos españoles no quieren desarrollar. Es por eso que León sigue necesitando ser una provincia multicultural para que pueda ser también menos despoblada.
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