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La picaresca española

19/04/2021
 Actualizado a 19/04/2021
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Todos los fines de semana, y los lunes a modo resumen de lo ocurrido los tres días previos, leerá, verá y oirá –si es que a estas alturas de la película aún presta algo de interés a la información que recibe– noticias sobre las fiestas que en este nuevo contexto que vivimos ya denominamos y asumimos como ilegales y que fueron detectadas el viernes, el sábado y el domingo.

Esto da lo mismo que lo lea uno de León que de Valladolid, de Madrid o de Sevilla, un gallego o un valenciano, porque todos los fines de semana en todas partes se hacen pequeñas fiestas privadas, reuniones de amigos, meriendas en bodega, cenas con tertulia y copas después o llámele como quiera.

Por mucho que se prohíba con normativas que en ocasiones están enfrentadas entre lo nacional y lo autonómico por aquello de tener casi una veintena de gobiernos distintos y de diferentes colores, incluso por más presión que se intente meter desde los medios enseñándonos todos los días imágenes de policías llamando a puertas de pisos donde hay seis, ocho o diez personas tomando algo, mientras no se recupere la actividad del ocio nocturno esto va a seguir. Y se lo dice uno que ni es fiestero ni tiene por negocio un bar de copas.

Y la peor noticia para los hosteleros, por si fuera poco todos estos meses cerrados y sin ingresos, es que cuando reabran los bares como antes habrá mucha gente que se haya acostumbrado a juntarse en una casa para tomarse unas copas porque, aunque esto pase, algo de respeto a las aglomeraciones quedará. Y porque echando cuentas el bolsillo también lo va a notar bastante.

La gente en general, por mucho que en los despachos se empeñen en creer y hacernos pensar lo contrario, no es tonta. Y esa misma gente ya tiene ganas de pasar página. Y además sabe que es bastante fácil sortear las normas y que muchas propuestas de sanción nunca llegan a multa o si llega hay muchas maneras de recurrir. Por algo le llaman la picaresca española al carácter que llevamos en nuestro ADN y que desde el llamado Siglo de Oro de las letras españolas hasta nuestros días ha ido en aumento. Tanto que nos sorprende.
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