05/05/2020
 Actualizado a 05/05/2020
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La desgracia vírica que padece el mundo hay que denominarla como corresponde: peste china. Se oculta este hecho y sobre todo los detalles, aunque hay mucha literatura al respecto. Si la gripe de 1918 se la denominó ‘peste española’ por una manipulación del término por los norteamericanos ¿por qué no se va a denominar peste china?

Evidente es que llevamos una eternidad en ‘estado de alarma’ o quizás de ‘excepción’, según algunos expertos con unas medidas que encorsetan a una sociedad necesitada de medios para vivir de su trabajo, atenazada, con miedo, sufriendo directrices equivocadas, sin rumbo, tardías, con rectificaciones, confusión, escasa racionalidad que provocan desorientación de los ciudadanos. El comité de crisis da la impresión de que no soluciona nada e introduce en las personas encerradas confusión y zozobra. Las largas charlas del presidente adolecen de información; no añaden optimismo desde luego.

No se puede perseguir la disidencia y menos la crítica, ni se pueden permitir mordazas a estas alturas. Los métodos serán distintos para conseguir el bienestar del ciudadano pero lo que no pueden hacer es perturbar la acción de la libertad de expresión, sólo debe ser vigilado el que pretenda usar el Estado para conseguir sus fines totalitarios y de eso hemos tenido muestras rotundas en el pasado inmediato como para ensayar fórmulas parecidas.

Nos preguntamos además muchas cuestiones que de momento no han sido resueltas con rotundidad y despiertan interrogaciones e inquietud, como aprobar decretos exprés importantes, sin que sean debatidos convenientemente en el Congreso y Senado. Acordar subvenciones a colectivos de marcado signo político cuando se necesita mucho dinero en pleno combate contra el virus. Hacer declaraciones tendentes a realizar una mordaza informativa en torno al periodismo independiente y las redes sociales con la connivencia de cierta prensa subvencionada o afecta al núcleo de poder. Aquellos que dan las órdenes de confinamiento no las cumplen.

Los paganos y los verdaderos sufridores a la vez que héroes y víctimas han sido los empleados sanitarios, los ancianos de las residencias, los empleados de las actividades esenciales y los funcionarios de las policías, ejército, bomberos, etc, porque ha habido una ausencia de un plan puesto que siempre se ha ido por detrás en el problema y ha llevado a consecuencias nefastas sobre sectores importantes de la población.

De esta manera sería interesante que un comité de verdaderos expertos, y no el que hemos tenido que soportar día a día, elaborar un gran Plan Estratégico para sucesos de este calibre que tuviera en cuenta la actuación de la sanidad y evitar el cuello de botella de las UCI, la falta de material sanitario y de protección para el personal, la orientación a la ciudadanía, el aislamiento, el funcionamiento industrial y económico en general del país y la provisión de todo tipo de elementos y control de fronteras y fabricación propia, con el fin de que no se dependa de mercados clandestinos y piratas, así como el control de fronteras y el propio funcionamiento político interno.

Tenemos ejemplos de países en todo el mundo que son significativos, cuando se antepone la ciencia y la organización a la demagogia a la política de baja calidad y de intereses poco ortodoxos.

Debemos pensar en destinar más dinero a la investigación y a la ciencia como siempre se ha solicitado.

Y todo esto serviría para que la actuación en los próximos problemas que hemos de soportar, según todos los científicos, tuvieron efectos menos calamitosos.

La desidia, la falta de responsabilidad ciudadana, la educación responsable y la seriedad informativa deben prevalecer, todo lo contrario a la manipulación, la mentira, la política torticera, la descoordinación, ignorar a los verdaderos expertos en el asunto, el interés partidario, ni aprovechar las circunstancias para realizar la conformación de un determinado régimen político.

Ahora debe procederse a rendir homenaje y recuerdo de los ancianos de las residencias y de los fallecidos, extremo este no contemplado a nivel nacional pese al clamor popular.

Después viene un gran acuerdo nacional, lejos de políticas rastreras, para recuperar económicamente este territorio nacional, y conseguir reconducir todas las líneas de participación cívica de la ciudadanía.

Si no se hiciera así España sería un país condenado a bailar con el eterno problema del rencor, la envidia, la soberbia y… la yenka económica, industrial y social.
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