La performance del hambre

18/05/2018
 Actualizado a 08/09/2019
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Aver cómo les vendes el relato, que dicen ahora los diseñadores de las mentiras que nos quieren envolver en el celofán del «que no se note mucho lo que digo que a palo seco no lo traga ni dios».

Cuéntale que ya pasó lo peor. Que ya hay trabajo.... Cuéntales. Cuéntaselo a Cáritas o a los comedores sociales al padre Ángel a las ONG, pero, sobre todo, que se lo cuenten a esos que cada día encuentras en tu camino hacia el trabajo, el café de la mañana o el paseo por la ciudad.

Que se lo cuenten a esos que han convertido la desgracia de pedir casi en un arte, en una performance sin Musac que la acoja.

Ya no queda quien pida limosna como hacía el gran clásico, Joaquín, extendiendo la mano. Ya son muchos para que no traten de hacernos ver que están ahí, que no pasemos de largo, que nos acostumbremos a verlos como parte del paisaje diario. Empezaron por ponerse de rodillas con un gesto de dolor que te duele a tí; después llegaron los carteles con una larga parrafada en la que resumían sus desgracias, hijos, enfermos... pero ya nadie leía y apostaron por el slogan contundente: «Soy español» o más cercano «soy asturiano». Estar leyendo un libro hace reflexionar al que pasa, tener un perro a los amigos de los animales...

Mundos diversos para una realidad sin relato, la pobreza.

Pero con performance. Y hambre.
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