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La paradoja del socialismo

01/04/2022
 Actualizado a 01/04/2022
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En alguna ocasión ya les he comentado que el socialismo es como una trampa para ratones, que funciona porque el ratón no entiende por qué el queso es gratis. Piénsenlo bien y pregúntense por qué son ‘gratis’ muchos servicios públicos, ayudas y subvenciones.

Sucede que cuando la economía va bien, se genera crecimiento y la gente trabaja mucho y bien, desde la política y las administraciones sienten la tentación de incrementar los gastos públicos dirigidos a nuevos servicios a los ciudadanos, aunque en muchas ocasiones, estos se conviertan en gastos ni productivos ni asistenciales, respondiendo al derroche por el derroche.

La economía tiene ciclos de expansión, auge, recesión, crisis, recuperación… de forma infinita y cuando ya sea por una guerra, por una crisis financiera o por la explosión de una burbuja, la fiesta termina, es momento de que gobiernen personas que sepan llevar el barco, por la tormenta, a puerto seguro.

Sin embargo, políticos del espectro de la izquierda, utilizan estos periodos de crisis para darle la vuelta a la tortilla y arrimar el ascua a su sardina y con mejor o peor intención, intentar introducir un mensaje sociocomunista de fácil venta al ciudadano, pero que nos hace entrar en un círculo vicioso de destrucción.

El planteamiento es sencillo. Si los ciudadanos lo pasan mal, el Estado en su concepto izquierdoso y paternalista, debe procurar sustento y asistencia a toda esa gente, por lo que, para poder dar ayudas, se exigen esfuerzos adicionales a trabajadores y empresas en forma de incremento de impuestos. Estos aumentos de impuestos, dejan en la cuneta a autónomos y empresarios y por consiguiente a trabajadores, por lo que se debe incrementar el ritmo de ayudas volviendo a subir impuestos y endeudándonos cada vez más, en una espiral que nos empuja a la ruina.

Muchos ciudadanos, ven con gratitud que sean los políticos los que les otorguen de manera graciosa una paga o un subsidio para ayudarles a pasar el mes, sin pararse a pensar que ese dinero, que le están dando como una limosna, es el mismo dinero que le quitaron de forma coercitiva cuando trabajaban o tenían su pequeño negocio en funcionamiento. Esa espiral nos conduce a ejemplos que tenemos en países latinoamericanos ricos en recursos, pero pobres en poder económico, donde los políticos han fomentado la pobreza con su presunta solidaridad, para destrozar la clase media y que todo el mundo dependa de ‘la paguita’, porque esa es la única manera de tener el control total de la población.

Debemos darnos cuenta que el dinero que concede una administración no es suyo, es nuestro, por lo que no tenemos nada que agradecer y tenemos que empezar a exigir que sí, se proteja al débil con el dinero común, pero también que dejen de meter las manos en nuestros bolsillos, para quedar de salvadores, mientras aceleran la destrucción del empleo y el desastre económico.
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