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La paleta de la señora Ayuso

01/03/2020
 Actualizado a 01/03/2020
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De la paleta de Isabel Natividad Díaz Ayuso, la bella, excelente y diestra retratista madrileña, ha salido uno de sus mejores lienzos exhibidos recientemente en su popular taller. Se trata de la representación figurativa de un grupo de gentes de pueblo pequeño, nula identidad y escasa formación cultural. Un pueblo simplón, paleto, falto de sofisticación, con una jerga y costumbres propias. En otras palabras, posiblemente los habitantes de la región leonesa, aspirantes y respirantes en pro de una autonomía propia que nos saque del marasmo de la Cocale o Comunidad de Castilla y León, cajón de sastre de nueve provincias donde deberemos estar ubicados ‘ab aeterno’.

Porque la señora Ayuso, también presidenta de la Comunidad de Madrid, ha afirmado, –aunque ahora se retracte vista la reprimenda– «que crear identidades donde no las hay es cosa de paletos». No confundir con paletós, que son sobretodos de paño grueso largo y entallado. Su ocurrencia a retratar paletos y aplicación política ha restado tiempo a doña Isabel para darse alguna vueltecilla por las páginas de la historia de España. Si lo hubiera hecho, se habría enterado que León fue un Reino con trescientos años de existencia, llegando a tener emperador respetado y reconocido en Europa. Y como ya se le ha advertido por otras firmas más competentes que la mía, con ubicación de las primeras cortes democráticas parlamentarias europeas, reconocidas por la Unesco. Y que la actual Constitución española habla del derecho a formar «comunidades históricas».

Otra Isabel y compañera a la diestra, la señora San Sebastián, en su novela ‘Un mundo lejano’, hizo un acto histórico de prestidigitación, en este caso no paletonizando sino escatimando, al pasar de un plumazo del reino de Asturias al de Castilla sin pasar, en una especie de salto mortal, por el de León.

La calificación despreciativa sobre los leoneses con tendencia autonómica propia, venía precedida por otro diestro artista, esta vez gallego, don Mariano Rajoy Brey, un ‘crack’ inigualable en el manejo de la plastilina. Este artista esculpía a los partidarios de una autonomía leonesa como si fuésemos un «espejo retrovisor», porque siempre tenemos la mirada hacia atrás; osease, como si los ojos los tuviésemos en la nuca en vez de estar encima de las narices.

Doña Inés Arrimadas, después del último gran éxito electoral por su centrífugo giro hacia la diestra, nos ha calificado a los leoneses autonomistas como nacionalistas independentistas, sin duda obstruida en sus tuétanos por el asunto catalán. En los ámbitos del deporte ya se ha establecido como fijo llamar a los leoneses castellanoleoneses.

Menos mal que no ha caído en el saber de estos encumbrados nombres del arte y de la política el libro de Miguel de Unamuno ‘Andanzas y visiones españolas’. El gran y tornadizo escritor vasco escribe en él que la unión de León con Castilla fue tan fuerte: «que los leoneses no tienen empacho alguno en dejarse llamar castellanos». Bingo.

Por último, y ya dentro del ámbito cazurro, los autonomistas leoneses somo unos «resentidos». Pero, cuidadito, puede ser que el resentimiento no es el que se entiende a primera vista, esto es, como tipos muy enfadados, no, Sino que somos gentes que por el ‘re’ tenemos un sentimiento reforzado hacia nuestra tierra; de congoja por la situación económica que atravesamos. ¿O es otra cosa, mariposa?

Pues bien ya tenemos sobrenombre los partidarios de una autonomía leonesa: paletos, retrógrados, nacionalistas, castellanoleoneses y resentidos. ¿Hay quién dé más? Atentos.
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