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La otra Montero

25/03/2021
 Actualizado a 25/03/2021
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En la réplica de la disputa nacional que han convertido la política autonómica era inevitable que en Castilla y León también cobrara protagonismo una Montero. Aquí no tenemos a la virreina de Galapagar y amazona de la igualdad en propiedad. Aquí tampoco nos ha tocado la Montero de Hacienda y portavoz, de verbo atropellado y orgullo de acento a lo resurrección publicitaria de ‘La Faraona’.

La Montero de aquí, María Montero, ha quedado en amago de traidora, intento de tránsfuga, anuncio de dignidad y amenaza de vengadora. Se puso la moción por montera en uno de los movimientos con más incógnitas e intrahistoria que, supongo, queda para la política profunda, la de telefonazo y reuniones oscuras donde se intrigan alianzas efímeras y se mercadea el futuro. La cruda política de verdad que se cuenta ‘off the record’ a los periodistas y pocas veces sale publicada en los medios. Nadie sabe qué pudo llegar a ser María Montero, ni siquiera qué creyó ella que podría llegar a ser en pago a corromper su palabra y lo firmado en los códigos éticos de Ciudadanos. Quiso ser Juana de Arco cabalgando por la regeneración rencorosa e inoportuna de Luis Tudanca y se quedó en una Silvia Clemente sin pucherazo, fantasma del cambio roto por la realidad más tozuda de la utilización parlamentaria. Ahora, habita el limbo translúcido del procurador no adscrito. La soledad del huérfano de siglas, libre y abandonado, marcado por oveja negra de su rebaño y desperfecto inútil de la derrota socialista. Durante el pleno de la moción se adivinaba bajo la mascarilla una mueca de abstención estéril. Su disparo de fogueo solo ha servido para romper la mayoría parlamentaria del gobierno de coalición y deja a nuestra Montero en un equilibrio imposible. Puede apuntalar lo que reniega o entregar la gobernabilidad a las concesiones a regionalistas y localistas contra los que presuntamente entró en Ciudadanos. O dejar el acta y de hacer el ridículo.
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