02/06/2022
 Actualizado a 02/06/2022
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La suegra de un amigo, 100 años recién cumplidos, no perdió ripio durante la retransmisión del partido. El padre de mi amiga, 92 años, como ve poco, tuvo que conformarse con oír a los comentaristas de la tele, (tanto el narrador como los dos invitados, antiguos futbolistas, no son precisamente Castelar), pero aún así aguantaron hasta las once y media de la noche como campeones para ver, y escuchar, como el Real Madrid conquistaba la decimocuarta Copa de Europa ante el último rival de campanillas que le tocó en suerte, en un año espectacular dónde se quitó del medio al mejor conjunto francés y a los tres mejores equipos de las Islas Británicas. El Real Madrid, no se sabe muy bien el cómo y el porqué, salió de nuevo campeón en su torneo fetiche. Debe de ser que manejan como nadie los despachos y las situaciones límites, o, seguramente, es que tiene una flor en el culo del tamaño de la Puerta de Alcalá. Porque jugar, lo que es jugar, no juegan como el Barcelona de la época dorada de Guardiola y Luis Enrique, o el Milán que asombró al mundo entrenado por Arrigo Sacchi. Jugar, lo que es jugar, no juegan a casi nada, pero aún así, ganan y es incontestable su dominio en Europa; también, no se nos olvide, ganó la liga española sin despeinarse, con una suficiencia que fue casi un abuso. El único título de campanillas que se les escapó fue la Copa del Rey, mayormente porque les eliminó otro equipo mítico, el Athlétic de Bilbao; y fue una eliminación sin excusas, sin paliativos, justa y ecuánime.

El asunto es que la noche del sábado pasado en España lo único que importaba era el partido. Se olvidó la guerra y la pandemia; se olvidaron las subidas de la luz, de la ‘gasofa’, de la carne o de los huevos: lo importante era ver como el Real Madrid derrotaba a los ingleses, como cuando vivía el General y España eliminó a Inglaterra en el mundial de Brasil con un gol de «la mejor cabeza de Europa después de Chuchill», Telmo Zarra, aunque lo metiese con el pie.

Tal vez tengan razón Iglesias y compañía en lo de que en España mandan los que mandaban con el gallego, que las cloacas del Estado no se limpiaron en la transición, (ni siquiera se intentó, para ser exactos), y por eso, de vez en cuando, sale el Villarejo de turno y lo pone todo patas arriba; o los del Cni se ponen como locos a espiar a los catalinos o al mismísimo Presidente del Gobierno y no se ponen coloraos al hacerlo; o, también, que el Real Madrid gane todos los títulos de forma inmisericorde, como si tuviera una bula extendida por el Papa Francisco eximiéndoles de todos los pecados, incluso de pagar a los rivales para que pierdan; o a los árbitros, que son carne de maletín rumboso y lleno de papelines morados... Da igual. Al día siguiente del partido, casi un millón de personas, madrileños o visitantes de la villa y corte, salieron a la calle para aclamar a sus ídolos, para babear ante la presencia de la ‘orejona’, ese trofeo que visita, por estricto orden protocolario, la catedral de la Almudena, el antiguo ministerio de la Gobernación, dónde manda Ayuso, y el Palacio de Correos, nueva sede del ayuntamiento de Madrid, para ofrecerla a los poderes, terrenales y celestiales, que es menester llevarse bien con el que murió en el medio del Gólgota y con los dos ladrones que estaban a su lado. Un millón de personas que gritaron, rieron, cantaron y se solazaron con los jugadores del equipo campeón...; no dándose cuenta que de los once que salieron al terreno de juego en París, sólo uno, el lateral derecho, puede ser llamado a defender los colores de la selección nacional. El resto, también son internacionales, pero de Brasil, Alemania, Bélgica, Croacia, Austria o Francia.

Uno no estuvo nunca a favor de la globalización, (será por eso que sale por los rusos en el desbarajuste cósmico que estamos viviendo), pero lo que peor lleva es ver que los mejores clubs del mundo están compuestos por una especie de jugadores ONU, desvirtuando la raíz de la que nacieron el Real Madrid, el Barcelona, el Bayer o el Liverpool. Llamadme pueblerino porque lo soy. Es muy importante saber de dónde se viene y hacía dónde se va. Es muy importante conocer la historia de tú pueblo para entender todas las vicisitudes que tuvieron que aguantar nuestros padres y las que sufrirán nuestros hijos. Mira, es en lo único que estoy de acuerdo con los de la UPL...; y ver a toda esta pléyade de mercenarios besar el escudo de la camiseta cuando meten un gol, dar repelús, como poco, mayormente porque si cambian de equipo, si otro club los ficha por una millonada, harán lo mismo, olvidándose de todas las declaraciones de amor eterno que hicieron en el sitio donde jugaban antes. Ese millón de personas que invadieron las calles del centro de Madrid, al llegar a casa, por desgracia, tuvieron que volver a enfrentarse a sus miedos, angustias, miserias, infidelidades y amarguras. Pero lo hicieron con una sonrisa; lo que llevan por delante... Salud, anarquía y tres sin sacarla, qué un día es un día.
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