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La oportunidad de la mascarilla

27/09/2020
 Actualizado a 27/09/2020
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Siempre que llega una crisis como esta que estamos pasando florecen los espabilados con una palabra en la boca: «Oportunidad». Esto es una oportunidad para alcanzar tus sueños, esto es una oportunidad para librarnos de una vez por todas de aquéllos, esto es una oportunidad para nuevas vías de negocio, esto es una oportunidad para encasquetar nuestra morralla ideológica… Tal vez sea una reacción muy humana, la de querer buscar el lado provechoso de todas las cosas. O quizá no nos hemos alejado tanto del ‘homo antecessor’ y, un millón de años después, seguimos siendo criaturas carroñeras que sacan tajada de la desgracia ajena.

Si hablamos del entorno laboral, el teletrabajo forzado por la pandemia ha golpeado duramente dos prácticas que en España se habían convertido en auténticas instituciones nacionales: el peloteo y los chanchullos de los mandos medios. Sin el presencialismo (vulgo: calentar la silla), se marchita el ecosistema en el que el oficinista, cual garduña avizora, otea y analiza el comportamiento de sus superiores. Está claro que todos podemos mandar un mensaje en plan «Jajajaja. Muy buena ésa, jefe» –con tantas ‘ja’ como requiera la situación– pero sólo la proximidad física permite las palmadinas en la espalda, las confidencias y las súplicas vergonzantes. Ahora, por fin, la evaluación del rendimiento se produce, más o menos, en función de los resultados de cada uno. Lo cual no significa que este país vaya a convertirse en una meritocracia. No nos volvamos locos.

Seguramente, la verdadera oportunidad esté en aprovechar las circunstancias para hacer el lío. Por ejemplo, esta semana el concejal de Innovación, Cultura y Educación de Valencia protagonizó un episodio sonado. Carlos Galiana, actor teatral (papeles en secundarios en la serie televisiva sobre Severo Ochoa y en la película ‘Los Pelayos’) reconvertido en político de Compromís (socios de gobierno del PSOE en la Comunidad Valenciana y en el ayuntamiento de su capital), intervino ante la Comisión Europea por videoconferencia para defender la candidatura de su ciudad como Capital Europea de Innovación.

Como tenía que pronunciar en inglés su discurso, Galiana se puso la mascarilla y le dio al ‘play’ a un audio grabado por un angloparlante nativo, mientras él lo acompañaba con sentidos gestos, llevándose la mano al corazón y otros recursos por el estilo. Como si estuviese declamando él, vaya. Su jugada se suma a una larga lista de ‘pirulas’ hechas por políticos en el teletrabajo: participar en plenos desde la playa, salir en pelotas de la ducha durante reuniones o chuperretear los pechos de su amada ante los televidentes.

Al final va a ser que la oportunidad es la nuestra: la de echarnos unas risas a costa de ellos.
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