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La obsesión de ejecutar a Carrasco

01/09/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Que ejecutar a Isabel Carrasco se convirtió en una obsesión al menos para dos de sus asesinas lo tenemos claro porque así lo reconocieron ellas mismas. La duda que algunos se empeñan en que no despejemos es si había alguien más empeñado en ello, alguien que quizá azuzó a madre e hija, o alguien que malmetió sabiendo que esas dos mujeres habían perdido completamente el equilibrio de sus cabezas. ¿Quién, quiénes?

Cuanto más ves la serie ‘Muerte en León’ más dudas te cuestionas sobre este crimen. Cuanto más hablas con los periodistas que han investigado a fondo el caso para elaborar ese brillante trabajo documental –con datos, no con elucubraciones, ni rumores, ni especulaciones–, más te das cuenta de que esta historia no está ni mucho menos cerrada.

Hay una sentencia firme contra tres mujeres que pasarán en prisión parte de sus vidas. Son culpables, ha dictado la ley. Vale. Pero que no intenten pasar página quienes hicieron todo lo posible por ocultar deliberadamente información crucial para comprender este asesinato. Que sepan que puede que pronto salgan a la luz algunas de las desvergüenzas de un caso que demasiados parecen querer olvidar.

Inexplicablemente, a la justicia –o a los que dirigen cómo se imparte–, se les ‘olvidó’ incluir algunos ‘pequeños’ detalles en la investigación que el equipo de Justin Webster no ha querido obviar.

La ocultación deliberada de pruebas no puede ser un despiste cuando ha habido tantas advertencias.

Atención a los datos: Triana y Luis Estébanez (asesor del presidente de la Junta) hablaron todos los días –menos dos– entre el 1 de enero y la fecha en que la madre de ella metió tres tiros a Carrasco.

Las 247 llamadasy 397 sms que se cruzaron Triana y este hombre no parecieron ser suficiente motivo para investigarle, ni aunque el día antes del asesinato tuvieran una conversación de hora y media...

Piensen: ¿por qué se investigaron las llamadas de Raquel Gago –cómplice– y no las de la asesina confesa ni las de su hija? Piensen: ¿por qué ninguno de los abogados exigió remediar este ‘error’? ¿Por qué las tres condenadas han seguido guardando silencio? Piensen...
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