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La nueva desamortización

05/07/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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Había no muy lejos de Ponferrada un precioso monasterio, en medio de un paisaje idílico, con sus correspondientes monjes, que, no sin gran tristeza, en el otoño de 1835 hubieron de abandonar el convento en virtud del decreto de un político poco amigo de la Iglesia. Muy pronto se convertiría en las preciosas ruinas de San Pedro de Montes. Sin duda el odio a la religión ha hecho muchos estragos en el patrimonio artístico de España. Pero no son menores los estragos en el patrimonio inmaterial o espiritual.

No hace falta remontarse al pasado para encontrarse con especímenes semejantes al nefasto desamortizador Mendizábal, el cual no quitó precisamente las tierras a los ricos para dárselas a los pobres, sino que además de generar ingentes destrozos irreparables, hizo de muchos de sus amigos nuevos ricos y terratenientes.

No sería imposible que, con tristeza parecida a la de los monjes de Montes de Valdueza, los capellanes de los hospitales o de las cárceles, que tanta ayuda y consuelo prestan a los enfermos y a los reclusos, cualquier día tengan que hacer sus maletas y abandonar estos centros, dejando a muchas personas desamparadas y sin consuelo. Tampoco es inverosímil que aquellos padres que quieren con sus impuestos dar una educación religiosa a sus hijos, como se hace en la mayoría de los países europeos, vean cómo la enseñanza de la religión desaparece de los centros escolares, sumiéndolos en la más absoluta ignorancia de algo tan esencial al ser humano como es lo relativo al espíritu.

Confiamos en que no desaparezca el derecho a la libertad religiosa, pero tanto en este tema como en los que hemos señalado anteriormente, algunos programas políticos lo dejan muy claro y quisieran arrinconar de tal modo a la Iglesia Católica que la pondrían al mismo nivel que cualquier secta o religión marginal. Al menos eso y otras muchas cosas es lo que se desprende del programa de Podemos, que tengo al lado. Más aún, piden que se deroguen aquellos artículos del Código Penal que tipifican como delito la supuesta ofensa a los sentimientos religiosos. Así podrán insultar más impunemente.

Europa y Occidente son diferentes gracias al cristianismo. Parece ser que lo que algunos quieren es arrancar esas raíces cristianas que tanto bien le han hecho. No olviden que otros ocuparán ese espacio. Serán el materialismo y los fundamentalismos. Por desgracia las prisas que algunos tienen de cambiar la Constitución van por este camino. Confiamos en que los más sensatos no sean cómplices en esta deriva suicida.
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