La niña frágil que no se rompe

11/12/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Son de otra pasta las gimnastas. Son otra gente. Es otro deporte. Somos muy crueles con ellos. El pabellón debería haberse quedado pequeño... pero se nos quedó grande, a los leoneses, como tantas veces, por más que sí se reunieran más de dos mil personas.

Gimnastas de todo el mundo, figuras irrepetibles, vinieron a León para estar al lado de aquella niña que un día descubrimos entrenando sola en una iglesia vacía y fría, con un espejo artesano, con una voluntad de hierro. La niña Carolina. La mujer Carolina. Son la misma.

Aquella niña que parecía frágil resultó ser más dura que el frío y el olvido, contra viento y marea.

Aquella niña que parecía más pequeña que la bolsa que llevaba para entrenar resultó ser un gigante capaz de congregar a decenas de las que podrían ser sus rivales pero prefieren ser sus amigas.

Aquella niña que sigue pareciendo frágil, que sigue dando la sensación de que se te puede romper en las manos y que siempre habla sonriendo vuelve a mostrarse fuerte. Ya había superado muchos récords y mitos, ya creímos que había cerrado un libro brillante y, sin embargo, sigue, no lo ha cerrado. Mejor.

Y me ganó con el número que preparó para su fiesta, porque convirtió su fiesta en un homenaje muy merecido... a sus padres.
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