Los caminos del arte contemporáneo son inescrutables, hasta el punto de que a menudo no se sabe dónde termina el arte y empieza la tomadura de pelo, en el mejor de los casos, porque en otros la tomadura de pelo está más que clara. Eso suele ocurrir con el resultado final, pero a veces también pasa durante el montaje, como ha ocurrido hace poco en León, cuando un operario con su inquieto taladro quería hacer un agujero para colgar un ‘cuadro’ y lo que hizo fue reventar un tubo de calefacción. Terminó inundando la que pasó a bautizarse como sala de Pepe Gotera y Otilio.
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